- Lso españoles ya no hablamos de lo que es bueno o malo.
- Sino de lo que es eficaz o inútil.
- Y no hay otra crisis que la crisis económica.
- Ha sido el año de Rajoy, el hombre que tanto se parece a Franco.
Ha sido el año de la resurrección de
Mariano Rajoy (
junto a Franco en la imagen), lo que no tiene por qué ser bueno para usted o para mí. Lo cierto es que sólo tuvo un desfallecimiento tras las elecciones del
20-D. No por humildad, sino por orgullo puñetero. Como siempre, los desfallecimientos no son sino
una consecuencia de la soberbia, que siempre se disfraza de humildad. No quiso formar gobierno y esperó a que vinieran a suplicarle que lo hiciera.
No vino nadie y encabronó a todos, incluido a su propio partido.
Incluido a SM el Rey Felipe VI.
Entonces llegó la ambición con patas,
Pedro Sánchez, y a punto estuvo de comerle la merienda creando el
frentepopulismo con Podemos, el mismo que nos hubiera llevado a la guerra civil, antes o después.
Rajoy se parece a su paisano Francisco Franco porque es un hombre tranquilo, a lo mejor demasiado tranquilo, con un listado de problemas que el tiempo resolvió y otro listado con aquellos problemas que el tiempo resolverá. Pero Rajoy exhibe, además, más pachorra que serenidad y más cobardía que prudencia. Y se parece a
Franco por la coincidencia de que el uno capitaneó a uno de los bandos de la Guerra Civil y el otro nos lleva, como
Pedro Sánchez, al guerracivilismo... por inacción.
Pero está aliado con la fortuna y entonces quien empezó 2016 a un paso del desastre, lo culmina con todos los partidos en crisis pero menos el suyo. Y dentro del suyo, habiéndose convertido en el único que habla, y a quien nadie se atreve a contradecir.
Rajoy no es mal consejero delegado pero es un pésimo líder. Le falta ética y le falta coraje. Se sienta a la puerta y
ve pasar el cadáver su de enemigo.
Este biotipo de político sirve para los tiempos normales. Para los tiempos de crisis,
no hablo de crisis económica, sino para aquellas
crisis morales, producto del cambio de eso tan cursi llamados "paradigmas", don Mariano no es una materia que maneje con soltura. Para él, lo que está bien y lo que está mal
se ha trocado en lo que sirve y lo que estorba.
Y eso es, justamente, lo que le ocurre a España, un proceso cancerígeno que se ha metastizado. El país de los ideales, del romanticismo, se ha convertido en un
país prosaico. Sólo pendiente del flujo de las percepciones sensoriales inmediatas, donde crisis es sinónimo de
crisis económica y donde no existe otra cosa del dinero.
Este utilitarismo está provocando una
violencia creciente, por ahora no física, pero que sólo espera una chispa para estallar. De hecho, España ya casi vive en un enfrentamiento civil permanente.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com