El coronavirus se recordará, no como un virus letal para la salud sino como el causante de la primera crisis de la década actual aunque, en realidad, lo que está provocando la caída de la economía mundial no es el Covid-19 sino las medidas que están adoptando los gobiernos y que están paralizando todo. No moriremos por el virus, sino por el miedo al virus.
Dicho esto, que no es políticamente correcto, fijémonos en la banca que este jueves no se ha librado de la mayor caída del Ibex de la historia, con un desplome superior al 14%. El Santander, que ha tenido que pedirle a la CNMV la inhibición temporal de la cotización por las fuertes caídas, ha terminado la sesión con una depreciación del 15,47%, el BBVA ha cerrado con una caída del 14,23%, Caixabank tampoco se ha librado y se ha desplomado un 15,52%, Bankia ha sufrido un castigo del 16,34%, Sabadell ha sido el peor parado (-17,68) y Bankinter tampoco se ha librado de la catástrofe (-15,75%).
Y todo esto ha sucedido después de la comparecencia de Christine Lagarde, en la que ha anunciado más liquidez para las empresas privadas, que pasará de los 20.000 millones de euros a 30.000 millones mensuales. En otras palabras, el BCE le está quitando negocio a los bancos a los que, al menos, no debería castigar. Por cierto, el BCE no ha relajado el tipo de interés de la facilidad de depósito y lo mantiene en el -0,50%. Es decir, los bancos continúan pagando al BCE por los depósitos.
A las medidas del BCE se suma el coronavirus, que está llevando a los gobiernos a paralizar el planeta, lo que provocará, antes o después, un aumento de la morosidad. Ya tenemos el cóctel perfecto para las entidades: falta de negocio y aumento de la morosidad. La banca está cercada.
Y lo que demuestran las medidas que ha adoptado Lagarde este jueves es que la política monetaria del BCE no da para más. Ha tocado fondo.