Miembros del equipo Ayuso salieron medio contentos del Debate en Telemadrid, donde el director generlal, José Pablo López, aferrado a su cargo, intentó convertirse en estrella mediática, no sé si con mucho éxito.
Salieron descontentos e incluso en Génova alguien advirtió que Ayuso puede pasar de simpática a engreída. Ojo, su equipo considera que, en un debate en el que los tres representantes de la izquierda se volvieron contra ella, en un todos contra Ayuso, la verdad es que la presidenta se defendió bien. Y aluden a la primera encuesta post-debate, que otorga la victoria a Ayuso.
El socialista Gabilondo se rinde al comunista Pablo Iglesias. Al moderado candidato del PSOE le obligan a plegarse al extremismo de Podemos
No, lo que se le achaca es su tendencia al centro-reformismo, a calificar a Vox como la extrema derecha porque Miguel Ángel Rodríguez, MAR, insiste en que el PP debe recuperar el voto de Ciudadanos, dado que, según él, Vox va a tener que seguir su estela si o sí: Abascal tendrá que investir a Ayuso sin participar en el Gobierno y a pesar de que Ayuso les diga no a todo lo que propongan o les egañe, como en Andalucía o en Murcia.
En definitiva, en el debate de la batalla de Madrid el ‘fenómeno Ayuso’ resiste pero ‘pierde ángel’, incluso gana debates pero ha vuelto al centro-reformismo… que es lo que ha hundido al PP durante toda la transición, tanto al aznarismo como al marianismo. Entre otras cosas, porque nadie sabe qué puñetas es ese centro-reformismo.
Ayuso navega ahora en ese prurito de distingo con los ultras de Vox, que lo único que hacen es repetir la indefinición acuosa de Pablo Casado el sieso. Un programa de raíces cristianas… que es en lo que debiera estar el PP, pero masticadito, irreconocible y que genera escaso entusiasmo. Recuerden que la derecha española será cristiana o no será.
La Fiscalía de Lola Delgado entra en campaña electoral: judicializa el cartel de Vox sobre los menas
Y Rocío Monasterio está perdiendo, no su ángel, pero sí su alternativa… que es esa alternativa católica.
La candidata de Vox no puede quedarse en los menas: debe hablar de vida, familia, enseñanza e ir contra la España subvencionada. Esto es, debe hablar también de economía y defender la propiedad privada, es decir, el liberalismo económico, ese concepto que tanto miedo da a la facción estatista de Vox. ¿Las pruebas? ¿Es que algún lector me sabría resumir el programa económico de Vox? Pues sin programa económico claro nunca será alternativa de Gobierno. Se quedará en comparsa.
Por eso, Ayuso calentó el debate calificando a Vox como extrema derecha y negándose a aplicar el pin parental o discrepando de Monasterio sobre los menas magrebíes, a pesar de saber que alguno de ellos no son niños, son delincuentes.
Vamos con la izquierda tras el debate de ayer. El socialista Ángel Gabilondo se rinde al comunista Pablo Iglesias. Y no porque estuviera brillante: el líder de Podemos ya no cuela: intentó ser venenoso y se quedó en lamentable. Y eso que tanto a Gabilondo como a Pablo Iglesias, la Fiscalía de Lola Delgado y Moncloa le habían preparado el camino electoral por la mañana, con su mejor, arma: la judicialización de la política mucho más grave que la politización de la justicia.
Pablo Iglesias lanza a sus vándalos contra Vox. Ayer, en Navalcarnero. Madrid empieza a parecerse al País Vasco de los proetarras
La Fiscalía General del Estado, comendada por Delgado y Garzón, siempre al servicio del PSOE, ha llevado el cartel -juicioso cartel, de Vox sobe los menas por si fuera “constitutivo de delito” -¿a qué no lo adivinan?- de odio. Concepto que, por cierto fue repetido por las tres vicepresidentas -primera, segunda y tercera- convertidas en tres monaguillos- loros que clamaban contra el odio -ellas que son tan amadoras- de la pérfida ultraderecha. Cabe la posibilidad de que algunas de las tres sea tan tonta como para creer el mensaje de la “inhumanidad” de Carmen Clavo pero es que entonces son más tontas de lo que parecen, Nadia Calviño incluida.
Señora Monasterio: usted no puede quedarse en los menas. Tiene razón, que conste, pero eso no es suficiente, y le hace parecerse demasiado al Frente Nacional francés… que sí es un poco ultra. Ojo, la diferencia entre FN y Vox, es que el primero es pagano, el segundo cristiano. Defienda usted el voto católico y obtendrá muchos más votos que el voto de los católicos. Recuerde que muchos españoles no creen en el dogma cristiano pero continúan creyendo en las virtudes cristianas.
Lo suyo debe ser el salario maternal, el pin parental, el cheque escolar y sanitario y la defensa de la propiedad privada pequeña, frente a la España subvencionada.
En paralelo, Pablo Iglesias, un matón cobarde, lanza a sus vándalos contra Vox. Ayer, en Navalcarnero. Madrid empieza a parecerse al País Vasco de los proetarras.