Bayer ha sido condenada ahora, junto a su compatriota Basf, por dañar cultivos con el herbicida dicamba. Claro que la pena (pago de 244 millones de euros) es baja si se compara con sus últimos beneficios -2.677 millones y 8.777 millones, respectivamente, en los nueve primeros meses de 2019-. Sin embargo, Bayer acumula miles de demandas por causar cáncer, esterilidad y muertes con otros productos.
El herbicida dicamba es popular y muy utilizado, pero no exento de polémica, debido a que se propaga rápido y tiende a matar plantas menos resistentes. Pero no es su primer problema con un herbicida: el glifosato, uno de los ingredientes del herbicida Roundup, se ha convertido en un gran quebradero de cabeza. Y por cierto, ambos era propiedad de Monsanto, una compañía cuya compra le está saliendo cara a Bayer.
El gigante químico y farmacéutico alemán fue condenado hace año y medio por un jurado californiano a pagar 267 millones a un jardinero con un cáncer incurable. El glifosato tiene efectos cancerígenos, lo que ha provocado miles de demandas (entre 75.000 y 85.000, según el mediador judicial, y menos de 50.000, según la compañía) y Bayer trata de negociar una indemnización total de 8.000 millones para cerrarlas.
A lo anterior se unen las miles de demandas que acumula por los serios problemas de salud que han causado productos de su división farmacéutica (la segunda que más ingresos aporta tras el negocio agrícola -crop science-). En concreto, las pastillas anticonceptivas Yaz, Yasmin y Yasminelle han provocado muertes en distintos países (hace unos años, en EEUU, Bayer pagó 1.241 millones para resolver las 8.900 demandas judiciales), así como trombosis y embolias. El dispositivo anticonceptivo Essure, ya retirado del mercado, ha causado hemorragias, dolores, infecciones, perforaciones de útero y ovarios, muertes de bebés y esterilidad. Por su parte, el Mirena, dispositivo intrauterino -DIU- que libera la hormona levonorgestrel dentro del útero, ha tenido demandas por pseudotumor cerebral en EEUU.