La multinacional germana Bayer se agarra, al presentar los resultados anuales de 2018, al aumento de ventas y a que ya es líder en agricultura tras la compra de Mosanto -ha colmado su sed de oligopolio- y deja en segundo término que su beneficio se ha desplomado un 76,9%, hasta 1.695 millones, precisamente por esa adquisición, que ha tenido un impacto de 2.566 millones.
Y a eso se une el problema que tiene por delante con las demandas presentadas en EEUU por el herbicida con glifosato (cancerígeno). El coste asociado a los litigios en 2018 fue una de las razones por las que Ebitda del grupo crece sólo el 2,8% (9.547 millones), frente al 13% de los ingresos por ventas (39.586 millones), gracias a Monsanto, paradójicamente.
Ha comenzado ya, en febrero, el primer proceso judicial en un tribunal federal americano
Las demandas presentadas ante la Agencia americana de Alimentos y Medicamentos (FDA) superan las 11.200, hasta enero, que dejan en muy pocas las 1.900 anteriores a octubre, al margen de que Bayer rechace las acusaciones. Hay millones de dólares en juego, que dependen de un veredicto judicial.
A principios de febrero, como informa el diario germano Frankfurter Allgemeine se inició el primero de otros procedimientos, singular porque se trata de primer caso que examina un tribunal federal de distrito, y afecta a las demandas agrupadas de muchos denunciantes.
Pero Bayer “ha establecido el rumbo correcto para el futuro”, dice su consejero delegado, Werner Baumann (en la imagen) y añade, lo cual sueña a coña, que la multinacional “se ha convertido sistemáticamente en una compañía orientada a las ciencias de la vida, de acuerdo con las megatendencias en salud y agricultura”.
Todas las divisiones de Bayer han ido a peor, salvo de soluciones agrícolas (Crop Science), que facturó un 49% (14.266 millones).