- Al final ha sido Qatar National Bank el que ha ganado la puja por Finansbank.
- Pero no se confundan: el mayor reto de FG es interno: recuperar la red de oficinas, profundamente decepcionada con la banca digital.
- Desastre, también, en la banca corporativa: nadie quiere negociar un préstamo elevado por internet.
- Y las constantes remodelaciones de la cúpula no ayudan.
- Tampoco se entiende la última inversión de 64 millones de euros en Reino Unido.
Los últimos años de
Francisco González (
en la imagen) al frente de
BBVA se han caracterizado por dos cosas: su apuesta por Turquía y su obsesión por la banca digital. ¿Cuál de las dos le ha salido bien? Realmente, ninguna. Ni
Turquía ni la
banca digital han cumplido las expectativas creadas, al menos de momento.
El último episodio turco ha sido la pérdida de la puja por
Finansbank, la quinta entidad financiera del país y filial del National Bank of Greece. Al final, el que se ha llevado el gato al agua ha sido
Qatar National Bank, que ha ofrecido 2.700 millones de euros. Efectivamente, es mucho dinero y muestra el interés del fondo soberano de Catar -controla el QNB- por convertirse en el primer banco de la región, por delante del África Standard Bank.
No es la primera compra del fondo catarí. En 2013 pagó unos 1.800 millones de euros a Société Générale para hacerse con su negocio en Egipto y en 2014 compró el 23,5% de la entidad panafricana Ecobank International. Está claro que Catar tiene mucho interés en la región.
Y quién sabe: la oferta catarí tal vez haya salvado a
FG de otro fracaso. Y es que la apuesta turca del presidente de
BBVA no le está saliendo bien, por mucho que él defienda que
Garanti -así se llama la filial- es el banco más digitalizado del mundo y con un potencial de crecimiento indescriptible.
Puede que lo sea, pero en 2015, el banco turco controlado en un 40% por el
BBVA, no ha dado más que disgustos. Hablamos de un ajuste contable en el tercer trimestre de más de 1.000 millones de euros, debido a la depreciación de la lira turca frente al euro. Y eso sin contar con los riesgos geopolíticos del país que, lejos de disiparse, han aumentado tras las últimas elecciones ganadas por Erdogan.
La última muestra de la inestabilidad que vive
Turquía la hemos visto este miércoles: una trabajadora de la limpieza ha muerto en el aeropuerto de Estambul tras estallar una bomba en un avión vacío que estaba estacionado en la pista. A la hora de redactar esta información no se descartaba que fuera un atentado. Incluso, algunas fuentes apuntan a que no fue una bomba sino un proyectil lanzado desde fuera del aeropuerto.
A pesar de todo esto, el verdadero problema de
FG no es
Turquía. Su reto más importante es la recuperación de la red de oficinas. Efectivamente, la que fuera la mejor red de España está profundamente decepcionada con la
banca digital, que no sólo no aporta negocio sustancial sino que, en ocasiones, entorpece el trabajo tradicional que sí aporta beneficios a la cuenta de resultados.
Y ese desastre también se palpa en banca corporativa, de empresas. A pesar de las comodidades que ofrece internet, nadie está dispuesto a negociar un préstamo elevado a través de un ordenador o un móvil. Los créditos importantes -y en las empresas grandes, medianas, pequeñas y muy pequeñas lo son casi todos- se hablan y se estudian de manera presencial.
Al descontento de la plantilla se une la incertidumbre provocada por las constantes remodelaciones del organigrama. Nos referimos, por ejemplo, a la
reciente salida de Jeff Dennes, responsable de negocio y transformación digital de
BBVA Compass, la filial en Estados Unidos, fichado en mayo de 2014. O, también, a la de Francisco Rey, responsable de financiación corporativa del banco.
La locura digital de
FG también se ha concretado en millonarias inversiones a lo largo de los últimos cuatro años. El desembolso por este concepto, entre 2011 y 2014, ha sido de unos 3.475 millones de euros, sin contar las compras de empresas tecnológicas, que se han multiplicado en los últimos ejercicios.
Una de las últimas adquisiciones 'digitales' fue
la del 29,5% de Atom Bank, el primer banco exclusivamente móvil del Reino Unido. Bueno, en realidad, de momento es sólo un proyecto. El caso es que
FG no ha dudado en pagar 45 millones de libras, unos 64,1 millones de euros, por una máquina que todavía no ha comenzado a funcionar.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com