• Seguirá con el programa de compra de deuda hasta septiembre de 2016.
  • Y si China y los emergentes siguieran dando sustos… Europa fabricará más dinero. ¡¿Más?! Sí, más.
  • En efecto, el futuro es precipitarse.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi (en la imagen), habló tras el paréntesis veraniego, la primera vez que lo hacía después de que las bolsas chinas empezaran a asustar al resto del mundo. Mensaje: que no hará nada. Bueno, es que ya está haciendo mucho, demasiado. En la mejor línea del monetarismo imperante, está echando gasolina al fuego. O si lo prefieren, en húmedo, ha abierto la manguera y se ha puesto a fabricar dinero para ensanchar aún más el océano de liquidez en el que nos asfixiamos todos desde hace dos décadas, y que ha sido causa y consecuencia de la crisis de 2007. No sólo eso, Draghi (en la imagen), que cumplía el jueves 3 sus 68 años de edad, aseguraba que está dispuesto "a ayudar más". No, por favor, no nos ayude más señor Draghi. Mejor, jubílese: se ha ganado un bien merecido descanso. Insistimos: los bancos centrales del mundo deberían estar en esos momentos drenando liquidez, pero este término ha sido prácticamente olvidado. En el siglo XXI a los dirigentes mundiales lo único que se les ocurre cuando el lobo de la crisis asoma las orejas es fabricar dinero. Es decir, procrear más lobos. Además, la crisis china tiene otro origen bien distinto que la de 2007: la explotación laboral de unos países emergentes que compiten a costa de salarios de subsistencia. Y eso tampoco se arregla con más dinero sino con más justicia. Sí, el futuro parece precipitarse. Eulogio López eulogio@hispanidad.com