Nueva reunión del Banco Central Europeo (BCE) y nuevo fiasco, que se resume en tres palabras: todo sigue igual. Es decir, continúa intacto el océano de liquidez, la deuda continúa disparada y la economía no acaba de remontar al tiempo que los bancos ahondan en su crisis particular. ¿Cómo van a hacer negocio si su materia primar no vale nada?
De nada sirve que el BCE haya mejorado las perspectivas económicas y que la vacunación en Eurolandia avance a buen ritmo. ¿Que los países del euro crecerán este año un 4,6% frente al 4% anterior, y un 4,7% en 2022 frente al 4,1% anterior? Da lo mismo. Christine Lagarde mantendrá intactos los estímulos monetarios y la compra de activos. La coartada es la supuesta estabilidad financiera que vive Europa, pero que tarde o temprano desembocará en una crisis de deuda sin precedentes.
Tampoco el aumento de la inflación -ahora la estimación es del 1,9% para 2021 frente al 1,5% estimado en marzo- ha hecho mella en Lagarde, que no piensa modificar nada, al menos hasta septiembre. Todavía es “demasiado pronto, prematuro e innecesario” retirar o disminuir los estímulos, según ella. ¿Seguro que podemos seguir esperando, doña Christine?