- Las cifras no resisten una comparación con el portal Amazon, que marcó récord de ventas, dice.
- Amazon es un comisionista puro y duro y crece a costa de precios abusivos.
- El Corte Inglés vendió un 30% en sus centros comerciales y mucho más en su tienda online.
- Es sí, todos se dejan seducir por las mismas fechas, tan americanizadas, sea BlackFriday o Cyber Monday.
Sorprende el eco dado a
Amazon, ese portal
online, y lo mucho que vende, etc., etc.., sin ningún comentario crítico sobre su forma de vender -es un mero intermediario que no crea nada- y, sobre todo, su forma de
exprimir al vendedor con los productos que vende (de otros), valga la redundancia.
Ha pasado el
BlackFriday, esa moda tan americana, y a todos nos ha subido la fiebre, como si no existieran las
rebajas, más acertadas en tiempo, forma y periodos. ¡Oh cielos! Y desde ahí, como en el
Guinnes, de récord en récord: Amazon dice que ha vendido más que nunca (940.000 productos en un día). Y al BlackFriday sigue el
Cyber Monday, otro que tal baila.
La realidad, sin embargo,
no resiste una comparación entre Amazon y otros, en contra de un
imperativo que no se sabe muy bien a qué obedece -o sí, tan consumista todo-, aparte de la
americanización creciente.
La gloria, parece -¡oh cielos de nuevo!-m se la lleva Amazon. Nada que ver con la realidad, sin embargo, ni en relación con los grandes de la distribución, como
El Corte Inglés o
Mercadona, ni con los
pequeños, que también se han dejado llevar por el mismo ímpetu, aunque con menos medios, éstos últimos.
De las pequeñas tiendas no hay datos, pero sí de las grandes, como El Corte Inglés. Basten algunos de ellos, con el ánimo -no disimulado- de
dejar hacer la ola a Amazon. Ese día, el mismo
BlackFriday,
El Corte Inglés vendió un 30% más gracias a sus descuentos. Otro dato: visitaron sus centros repartidos por toda España tres millones de clientes. Y el último dato: su web
online ha aumentado sus ventas un 70%. Y a eso ha seguido,
Cyber Monday -también de sello americano-, con más de 40.000 ofertas
online.
Dicho lo dicho, todo quedaría incompleto si no añadimos algo de las tripas de
Amazon, también naturalmente, por aquello de llamar a las cosas por su nombre, que es de lo que no sea habla.
Amazon, ese gigante, es un
experto en eludir impuestos, en la misma línea, dicho sea, de
otras multinacionales americanas, como
Google,
Microsoft o
Apple. Es también el gran
fagocitador del comercio eléctronico, en su sed inmensa de
monopolio. Y además -lo más peligroso- el gran
depredador del pequeño comercio.
No es poco. A partir de ahí pueden hacerse una mejor composición de lugar.
No tendría mayor importancia que venda tal o cual producto, si no se añade que Amazon es un
mero intermediario en la transacción. También los grandes de la distribución lo son, pero de otra manera: al menos crean sus propias marcas. Crean algo, aunque sea
marcas blancas, como
Mercadona o
Dia.
Amazon no tiene nada de eso: es un comisionista puro y duro. Y no cobra poco por ello, encima. A los
proveedores, les exige una
comisión del 15% sobre el precio del artículo (PVP). Y a eso se suman otras comisiones, por la llamada pasarela de cobro, por el envío o por publicidad.
Negocio redondo, en fin, a base de maltratar al pequeño. No sólo eso. A esa norma de comportamiento, habitual, se une otra menos decorosa: encarga el mismo producto que funciona bien en ventas, primero al mismo vendedor, pero pidiéndole la mitad de precio porque a ese precio lo puede conseguir de otro fabricante. ¿Opciones? Plegarse, a costa de estrechar el margen de negocio, o ceder… porque otro fabricante lo producirá por la mitad. Eso sí, el producto se seguirá vendiendo al mismo precio (el cliente ni se entera).
Y todo lo anterior se une lo último:
los sueldos. Si un ingeniero de sistemas cobra 750 euros netos mensuales, mejor no preguntar cuánto cobran los 1.000 nuevos empleados contratados para la campaña de Navidad en el
centro logístico de San Fernando de Henares (Madrid). Nada que ver con los 22.000 empleos con los que refuezan en estas fechas sus plantillas -campaña de Navidad- las grandes empresas de consumo.
Rafael Esparza