El Gobierno de la Comunidad de Madrid ha vivido dos episodios muy significativos en las últimas horas, que podrían, incluso, acelerar los acontecimientos. Hablamos, por una parte, de una nueva bronca entre Isabel Díaz-Ayuso e Ignacio Aguado a cuenta del trato que recibe la presidenta por parte de Telemadrid.
Efectivamente, el Ente público madrileño, dirigido por José Pablo López, amigo y admirador de Aguado, se ha convertido, curiosamente, en el mayor azote de Díaz Ayuso. No hay informativo en la cadena madrileña en el que no se critique a la presidenta de una manera desaforada, superior incluso a la empleada en cadenas como La Sexta, Telecinco o la propia TVE.
En la sede del PP, en la calle Génova, y en la Casa de Correos, están muy preocupados. La única manera de echar a José Pablo López, uno de nuestros peores ciudadanos, sería modificando la ley autonómica que regula la televisión pública madrileña, y eso no parece factible en estos momentos, en los que la relación entre el PP y Ciudadanos está más distante que nunca. En definitiva, todo hace indicar que RTVM seguirá haciéndole el juego a Aguado, en contra de Ayuso.
El segundo episodio, más grave, lo ha protagonizado Ángel Gabilondo, líder del PSOE (sí, no se rían) en la Comunidad de Madrid. El portavoz socialista ha cambiado de opinión y ahora sí está abierto a presentar una moción de censura contra Ayuso, tal y como adelantó Hispanidad a raíz del acuerdo entre Inés Arrimadas y Pedro Sánchez para la prórroga del estado de alarma.
“Ahora no es momento de remover gobiernos”, declaró Gabilondo el jueves en Onda Cero, pero, al mismo tiempo admitió lo que antes negaba: “Eso no quiere decir que nosotros no tengamos siempre en consideración de nuestras responsabilidades esa posibilidad. Y, desde luego, como que creemos que el Gobierno de la Comunidad de Madrid no está haciendo bien su labor y que la gestión tampoco es buena, si esto prosigue en esa dirección nosotros no excluimos esa posibilidad”.
En otras palabras: presentará la moción de censura en cuanto llegue a un acuerdo con Ciudadanos sobre quién será el presidente: él o Aguado. Lo lógico es que fuera Gabilondo -fue más votado-, pero Inés Arrimadas no apoyó a Pedro Sánchez para que Aguado siguiera en el mismo cargo, esto es, de vicepresidente.