Antonio Brufau, presidente de Repsol, ha dedicado gran parte de su discurso en la Junta de Accionistas a la transición energética. Contexto que no es baladí en una empresa petrolera, gasista y eléctrica, pero Brufau no ha perdido la ocasión de lanzar algún aviso, como el de que España tiene objetivos más ambiciosos que Europa, pero se debe tener cuidado con los costes de ese liderazgo.
El presidente de Repsol ha señalado que esto no es suficiente para cambiar sentimientos de nuestros vecinos y no somos tan relevantes en Europa. De hecho, 11 países no están dispuestos a renunciar al carbón en 2030, entre ellos, Alemania, que se pone la meta para 2038. Claro que tampoco hay que perder de vista que el viejo continente genera el 10% de las emisiones de CO2 mundiales, mientras que EEUU es responsable del 14% y China, del 28%.
Recuerden que Europa puso una reducción de emisiones del 14% para España (47 millones de toneladas de CO2), pero nuestro país se ha marcado el objetivo de bajar en 114 millones de toneladas, “una de cada tres toneladas emitidas” en trece años. “Admirable sí, otra cosa es si podrá hacerse y los costes que tendrá”. Por todo ello, Brufau defiende una transición que “combine reducción de gases de efecto invernadero con reactivación de la industria” (esta en Europa tiene un peso del 16-17% del PIB), “al margen de ideologías y de los grupos de interés”. En concreto, apuesta por trabajar en cuatro campos:
- Una senda más eficiente en costes. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el 80% emisiones se pueden reducir un 21% para 2040 “con mayor eficiencia energética, motores mejores, aislamiento edificios, renovables que sustituyan fundamentalmente al carbón”.
- No despreciar la tecnología. “Se apuesta por las conocidas y no del todo desarrolladas y se desprecia a otras conocidas y del futuro. Se debe avanzar en técnicas de captura del carbono en las térmicas”, ha subrayado.
- Creer en la libre competencia porque la excesiva regulación traba que un país sea competitivo.
- Poner el centro de decisión en el ciudadano. “Por ejemplo, hay ocho-nueve plantas de regasificación de gas natural licuado (GNL) en España, pero trabajan al 20% y ¿quién lo paga? El ciudadano”, ha añadido.
Para Brufau la gran clave es cómo descarbonizar la generación eléctrica, responsable del 42% de las emisiones de CO2 (superando al transporte -19%-, la industria -18%- y ñps edificios -9%-): “algo que pasa por renovables y captura del carbono que emiten las térmicas. Al hilo de esto, ha recordado que los emergentes están apostando por el carbón, “que es la energía que más ha crecido desde Kioto (+75%)”, algo que no puede continuar, debe decrecer o capturar el carbono”. Destaca China, que “llegará a un pico de emisiones en 2030” y cuya estrategia industrial es deshacerse (trasladar) su industria pesada y “ser el líder en alta tecnología, automoción, movilidad, tecnologías de la información, robótica,… por lo que a Europa no le quedará mucho de estos sectores”.