• Entre los detenidos están David Pla e Iratxe Sorzabal, los jefes políticos que pusieron voz al comunicado de 2011.
  • El ministro del Interior interpreta el 'golpe' como "un acta de defunción", aunque la banda todavía no se ha desmantelado.
  • ETA se queda ya sin interlocutores para su desarme, mientras espera todavía gestos, y mantiene la presión sobre los presos.
Las policías francesa y española han descabezado la última cúpula de ETA tras la detención, en el País Vasco francés, de David Pla e Iratxe Sorzabal. Son dos de las caras -aunque encapuchadas- que pusieron voz al último comunicado televisado de la banda, en octubre de 2011, en el que anunció su disolución. Eso es lo que dijeron entonces y eso es precisamente lo que no han hecho. La banda ha dejado de matar, está prácticamente desmantelada, pero ni ha entregado las armas, ni ha rebajado la presión sobre sus presos ni la tensión en las calles del País Vasco y Navarra. Sigue siendo, aunque con cada vez menos éxito, el caldo de cultivo -errático, depauperado moralmente e insostenible ideológicamente- de buena parte de la sociedad vasca. Su mensaje está ahora en otras manos, como EH Bildu o Sortu, con una retórica más suavizada para evitar su ilegalización. De hecho, tanto Pla como Sorzabal -jefes del aparato político de la banda- esperaban todavía en Francia alguna contraprestación por esa disolución de ETA. Es la misma situación, la clandestinidad, en la que viven otros tantos etarras. Fuera de Francia el problema crece: se distribuyen fundamentalmente en países hispanoamericanos como Venezuela, Cuba o México. ETA, en fin, ha pedido a sus fieles que ahorren en gastos para sobrevivir en la clandestinidad, pero no ha abierto la boca todavía para decir dónde esconde el armamento o dónde están sus zulos. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha interpretado la operación, desde Bruselas, como el "acta de defunción de ETA" y ha añadido que a la banda no le queda otra que admitir que ha sido desmantelada, pero es eso precisamente lo que ETA se ha negado a reconocer en los cuatro años que han pasado desde su anuncio de disolución. Fernández ha explicado que dos de los detenidos son "de la cúpula política, los máximos dirigentes y los más buscados", pero no ha aclarado si ha sido detenido también José Antonio Urrutikoetxea, el tercero de los actuales jefes de ETA. El cuatro arrestado es el dueño de la vivienda en la que se iban a reunir. La operación ha sido impecable. Ha sido bautizada con el nombre Pardines, en homenaje al guardia civil José Antonio Pardines, el primer asesinado por ETA (en 1968 en Villabona, Guipúzcoa). Las fuerzas policías esperaban desde hace días a los etarras en la pequeña localidad de Saint-Étienne-de-Baïgorry, donde tenían previsto reunirse. Lo último que se sabía por los servicios antiterroristas españoles es que la cúpula estaba controlada, que sus tres jefes cambiaban con asiduidad de escondite y que mantenían los contactos imprescindibles con enlaces de Sortu, los portavoces de sus presos y la Comisión Internacional de Verificación, dirigida por Brian Currin. El navarro David Pla (nació en Pamplona en 1975) puso la voz en castellano al comunicado de disolución de ETA en 2011. Un año antes había sido detenido en Francia por su relación con la red de abogados de la banda (H-Alboka), pero fue puesto en libertad por falta de pruebas. Después pasó a la clandestinidad. La otra cara del comunicado de ETA fue la guipuzcoana Iratxe Sorzábal, que puso la voz en euskera. Comenzó a militar en la banda con 19 años, a principios de los noventa, y desde 2010 es una de sus jefes. Como Pla también fue puesta en libertad, pero bajo fianza, y pasó a la clandestinidad tras ser portavoz de Gestoras Pro Amnistía. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com