El proyecto de fusión entre Caixabank y Bankia también cuenta con un interrogante judicial. No tiene por qué influir mucho en el balance pero sí en la reputación corporativa.
Recuerden el juicio por la OPV de Bankia. Hace más de un año que está visto para sentencia pero aún no hay sentencia, por parte de la jueza Soledad Murillo. Además, si los jueces deciden que hubo estafa, con los inversores -a los institucionales, que a los particulares ya se les devolvió el dinero- estaríamos ante una petición financiera que podría alcanzar los 1.300 millones de euros.
No es como para echarse a temblar, en una entidad de más de medio millón de activos, que triplica el beneficio conjunto del último año, además del daño reputacional a la entidad resultante.
Según ‘Sanchinflas’, Bankia no es una entidad pública, aunque el 67% de su capital pertenezca al Estado
Mientras tanto, Pedro Sánchez ha vuelto a emplear el lenguaje cantinflesco -natural de ‘Sanchinflas’- para referirse a la fusión Bankia-Caixabank. En primer lugar, como es habitual, la mentira: “corresponde al FROB decidir sobre la operación”, asegura Sánchez. ¿Y qué es el FROB sino el Gobierno?
En segundo lugar, Sanchinflas asegura que la banca pública es el ICO. Al parecer, que el Estado posea más de la mitad de Bankia (65%), y que la entidad fuera reflotada con dinero público no le convierte en banca pública. Y ni se inmutó, oiga usted.
En cualquier caso, era la única forma de enjugar, sólo un poco, la salida imposible de Bankia hacia la reprivatización que exige Europa y que Nadia Calviño no sabe cómo abordar.
¿Qué pasa ahora con el juicio de la OPV? Llevamos un año esperando sentencia
Y la última ‘sanchinflada’: el presidente no sabe si el Estado, es decir, el conjunto de los españoles, podrá recuperar el dinero que tenemos que pagar a Europa y que, según las distintas partidas, no todas reembolsables a Europa, suma los 24.000 millones de euros. Pues no sé cómo no lo sabe, porque, en el mejor de los casos, lo que recuperemos no alcanzará los 5.000 millones de euros. No parece un éxito, pero, según Sánchez él no ha tenido nada que ver pero al mismo tiempo lo ha hecho muy bien.
Lo cierto es que el Gobierno ha sido, junto a Isidro Fainé, el principal impulsor de la fusión anunciada. Y aún le queda otra, no menos difícil, entre Santander y BBVA. Aquí, naturalmente, Ana Botín sí quiere y Carlos Torres se niega. No quiere que le decapiten tan pronto.
Además del Sabadell, que se ha quedado descolgado del proyecto monclovita inicial, que le apuntaba a la concentración a tres con Caixabank y Bankia.