El futuro de Bankia sigue provocando tensiones en el seno del Gobierno. Por un lado, Nadia Calviño, que aboga por cumplir el plan inicial, esto es, privatizar la entidad en cuanto lo permita el mercado y, por otro, Podemos, que insiste en convertir Bankia en un banco público. Cuidado, no se trata de nacionalizar la entidad, que ya lo está -el Estado posee el 61,8%-, sino de que actué como un banco público comercial, con todo lo que eso supone.
Pero eso no va a suceder. El futuro de Bankia pasa por su privatización que se hará, previsiblemente, vía fusión. Desde luego, hay un candidato que brilla sobre todos los demás -lo apoya el PNV con entusiasmo- y se llama BBVA. El mayor problema, que es, a su vez, la mayor defensa de Carlos Torres, es la negativa de los fondos, accionistas del banco, que no quieren saber nada de una fusión con Bankia.
Calviño tiene la alternativa para contentar a Pablo Iglesias: el ICO. Pero no ICO cualquiera, sino uno fuera del control de la supervisión competente, esto es, no tendrá que rendir cuentas a la CNMV sobre su gobierno corporativo. La vicepresidenta tercera ya adelantó algo la semana pasada, durante su comparecencia en la Comisión de Economía del Congreso. Quiere reforzar el ICO y utilizarlo como instrumento para apalancar la transición energética y digital de nuestra economía, que significa eso que están pensando y que tendrá esas consecuencias que están imaginando.
Todo esto sin control y bajo la batuta de Pablo Iglesias, que ha demostrado holgadamente sus dotes como creador de riqueza.