La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha modificado la definición de inmunidad de grupo, también conocida como inmunidad de rebaño. Así, mientras en junio de 2020 aseguraba que la inmunidad de grupo se podía conseguir bien cuando la población se vacunaba o bien cuando se desarrollaba la inmunidad como consecuencia de una infección previa, es decir, un contagio natural, en noviembre estableció que la inmunidad de rebaño sólo se podía alcanzar mediante la vacunación de la población y no exponiéndola al virus.
Con la primera definición, incluso las personas que no se hubiesen infectado o que, aunque infectadas no hubiesen desarrollado inmunidad, podrían estar protegidas gracias a la protección desarrollada por las personas que les rodean. Con la definición actual, esto ya no es posible.
En resumen, y aquí está la clave, la OMS pretende obligarnos a todos a vacunarnos y cerrar el paso a la inmunidad de rebaño ‘natural’, con todo lo que eso implica.
Lo peor, sin embargo, no es eso, sino el hecho de que vacunarnos no implicará la vuelta a la normalidad. Al contrario, a pesar de la vacunación masiva de la población, seguiremos sometidos a las restricciones ya conocidas, sin descartar otras adicionales. Entonces, ¿para qué vacunarse? Salvador Illa vaticinó el domingo que España alcanzará la inmunidad de rebaño bien entrado el verano de 2021, pero no garantizó que eso implicara la vuelta a la normalidad.
Y para los que después de todo esto todavía conservan algo de optimismo, el alegre (y siniestro) Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, ha dado la puntilla al asegurar que en el futuro habrá más pandemias.