• Los trabajadores de Eulen, la contrata de seguridad, provocan colas interminables y pérdidas de vuelos.
  • Pero el gestor aeroportuario escapa por la tangente: dice que es un conflicto laboral interno en la empresa de seguridad.
  • Y eso que no es un aeropuerto cualquiera, sino el segundo del país, y está en la región más turística.
  • Otro susto, que se suma a la insólita campaña contra el turismo que perpetran y airean los jóvenes de la CUP.
Los pasajeros que viajan a través del aeropuerto de Barcelona-El Prat viven en un sinvivir desde julio por culpa de un conflicto laboral en Eulen, la empresa concesionaria de los controles de seguridad, mientras el gran responsable, AENA, mira para Gibraltar. Un cóctel, en fin, demasiado explosivo que provoca, básicamente, que muchos pasajeros pierdan su vuelo -el sinvivir entonces se convierte en pesadilla-, mientras siguen atrapados en las largas colas en las zonas de embarque a las que les someten unos, los de Eulen, y a las que no pone remedio el otro, el gestor aeroportuario que preside José Manuel Vargas. Y todo ocurre, encima, en una ciudad salpicada por los ataques contra los intereses turísticos en la ciudad alimentados por los antisistema de la CUP, lo que a su vez ha abierto una zanja entre los independentistas. En esa insólita campaña de Arran, organización juvenil de la CUP -también en Mallorca-, todo vale, desde ataques a autobuses a pinchazos de ruedas de bicicletas del Ayuntamiento. La Generalitat se ha desmarcado diciendo que el procés es "absolutamente pacífico". El detonante de la situación en el aeropuerto del Prat ha sido la falta de un acuerdo entre los trabajadores de la contrata, rebotados por las condiciones laborales, y Eulen. Y ya saben que hay dos modos de paralizar una infraestructura: o una huelga a las bravas (con un coste de impopularidad) o una huelga a la japonesa o de celo, ya me entienden, cuyo efecto para el viajero es tan perverso como la primera. Y AENA, mientras, opta por salirse por la tangente. Se excusa en que es un conflicto laboral interno que afecta a una de las contratas, dice que los controles los organiza el Ministerio de Interior y no se plantea más, como si la cosa no fuera con el gestor o pasara por ahí, como cualquiera de los pasajeros que pierde su vuelo. Claro, unos, los de Eulen, y el otro, el gestor, están levantando ampollas entre los viajeros que pasan por Barcelona, capital de la región más turística de España (líder en ingresos turísticos), por un lado, y en el segundo aeropuerto español, después del de Adolfo Suárez Madrid-Barajas, que ya pasó por una agonía semejante en 2016 por el conflicto de Vueling. Rafael Esparza