De la misma manera que dos no discuten si uno no quiere, es imposible llegar a un acuerdo si una de las partes se sienta a negociar con la determinación de no llegar a ningún acuerdo. Esa es la postura de Alcoa. Y la cosa tiene bemoles: la multinacional norteamericana prefiere cerrar la planta, con el consiguiente despido de los trabajadores, a que se venda a un tercero que garantice la producción y, por tanto, los puestos de trabajo.
El último desplante de la compañía se produjo en la tarde-noche del miércoles. La multinacional no acudió a la reunión telemática convocada por la ministra Reyes Maroto para intentar evitar el cierre de la planta gallega de San Ciprián, en el término municipal de Cervo, comarca de A Mariña. La excusa, que seguía negociando con el comité de empresa. Mentira: hace días que se rompieron las conversaciones y ahora lo único que resta es revisar las actas de la fallida negociación.
Se repite la historia de las fábricas de A Coruña y Avilés, que terminaron cerrando. Y es que, el único objetivo de Alcoa es parar la producción de aluminio -parar las cubas- para poder mantener los precios en el mercado mundial. Por eso tampoco le interesa vender la planta a un tercero, aunque eso suponga evitar enviar a casa a los 500 trabajadores de la fábrica.
Los sindicatos, mientras tanto, aseguran que seguirán al pie del cañón para evitar la paralización de las cubas. “Sería algo irreversible”, sentencian.