Marck Zuckerberg quiere que la regulación de las redes sociales sea más dura y que sea la Administración la que determine quién cumple las normas y quién no. Así lo ha expuesto en un documento remitido el miércoles a los miembros de la Comisión de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes de EE.UU. que investiga el funcionamiento de las redes.
De hecho, los máximos responsables de Facebook, Google y Twitter tienen que enfrentarse este jueves a los congresistas que debaten estos días acerca de la actualización de Ley de la Decencia en las Comunicaciones, aprobada en los años 90, cuando todavía no existían las redes sociales.
Ni Sundai Pichar, CEO de Google, ni Jack Dorsey (Twitter), han realizado propuestas. El único que lo ha hecho ha sido Zuckerberg, que pretende que la ley establezca una lista de buenas prácticas de obligado cumplimiento y que Facebook, por supuesto, ya contempla. Es la caradura del que tiene el monopolio y exige que la competencia cumpla una serie de normas que él no tuvo que cumplir hasta ser el número uno. En otras palabras, es una manera, muy legal, naturalmente, de ahogar a la competencia.
Y no es casualidad que esto suceda pocos días después del anuncio del lanzamiento de una red social liderada por Donald Trump, al que tanto han censurado Zuckerberg, Pichar y Dorsey.
“Las empresas no deben ser declaradas responsables si un mensaje en concreto se escapa a su detección, porque no sería práctico para plataformas con miles de millones de publicaciones al día”, afirma Zuckerberg. “Pero se les debe exigir que cuenten con sistemas adecuados para enfrentar esos contenidos ilegales”, señala.
Zuckerberg tiene el monopolio mundial de las redes sociales e impone la censura sin ningún pudor. Ahora pretende que sea la Administración la que censure... a la competencia. ¡Qué cara más dura!