- Llama a la resistencia pasiva, es decir, al sabotaje.
- Lo que provocará violencia… y a lo mejor no sólo en Cataluña.
- Al tiempo. "Puchi" Asegura que sigue siendo el presidente de Cataluña.
- Vamos que quiere que le detengan y le esposen ante las cámaras de televisión.
- Y a ser posible, con enfrentamientos paralelos en las calles.
- Mientras, Soraya Sáenz de Santamaría continúa en su pose leguleya.
Carles Puigdemont (
en la imagen) asegura que no se siente cesado. El es todavía presidente de la Generalitat. Es decir, que anhela la foto: ante las cámaras de TV, la
Guardia Civil coloca las esposas y él sale del Palacio de San Jordi con la mirada perdida, víctima de la España fascista.
A ser posible y deseable, en las calles, se produciria una algarada, o varias, a las que se responderá con resistencia pasiva, naturalmente y que, con un poco de suerte acabará en uno, o varios, muertos y/o en una insurrección civil general que terminará, en decenas, o centenares de muertos.
En el colmo de la fortuna, se podría llegar a una guerra civil general a partir del conflicto catalán. ¿No es hermoso? Puigdemont dejaría atrás en la historia, muy atrás, al matón de
Lluis Companys. En la historia de la infamia.
Puede que el principal culpable, tanto de la descristianización de España como de que el problema catalán haya llegado hasta aquí, sea de
Mariano Rajoy. Pero ahora, con gente como Puigdemont, no cabe otra opción que cerrar filas con el PP, porque, llegados a este punto, Rajoy, para desgracia de todos, está haciendo lo único que puede hacer.
Otra cosa es que hace tres años debiera haber hecho cosas bien distintas. Entonces, la palabra diálogo tenía algún sentido y era cuando no debió perder de vista que a
los pueblos les une un ideal común.
Mientras, la vicepresidenta,
Soraya Sáenz de Santamaría, demuestra que es una gran leguleya. Soraya no ofrece a los catalanes, ni a los españoles, ni se lo ha ofrecido nunca,
un ideal común para evitar la locura que se ha desatado. Pero, ¿cómo va a ofrecerlo si tampoco ella lo posee?
Lo único que la obsesiona a la Vice es no desaprovechar ni la menor posibilidad, tampoco Cataluña, para ser califa en lugar del califa y, así, se comporta con los catalanes como toda una leguleya, sin tender la mano en ningún momento. En el actual momento procesal hace bien pero sólo porque se equivocó en el tratamiento anterior, cuando debía y procedía.
Y si Rajoy fuera justo, y le preocupara algo más que mantenerse en el sillón y vencer al adversario, golpearía a Puigdemont sin piedad, al tiempo que tendería la mano al conjunto de esos dos tercios de catalanes que, o bien se sienten españoles -la mitad de esos dos tercios- o bien son separatista pero sólo en su personalísima aura romántica… y que
no odian a España ni a lo que España representa. Perdón, representaba.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com