Decíamos ayer que lo único que importa a Carlos Slim es el ladrillo, razón por la que pone dinero en la inmobiliaria Realia, al tiempo que endeuda FCC, en la que no ha puesto un euro más. Esa derivada, en paralelo, aumenta el riesgo de Esther Koplowitz, cuya participación en el grupo ha menguado hasta el 20%, y es, paradójicamente, la prenda en garantía de la empresaria para pagar su deuda (personal) en FCC, que asciende a 884 millones de euros.
Dicho de otro modo, depende, hasta en la deuda, del dividendo de FCC, o lo que es lo mismo, de Slim, porque está en manos del magnate que vuelva la retribución al accionista, paralizada en 2013, para que la empresaria pueda pagar. Así las cosas, la doble realidad de Koplowitz en el grupo de infraestructuras y construcción es lo más precido a una pesadilla en forma de ruina.
El balance ruinoso de Koplowitz en FFC está en el recorte de su participación, del 57% al 20% y la dependencia de Slim... hasta en la deuda
Por un lado, su participación en cuatro años (entre 2014 y 2018) ha caído del 57% que llegó a tener -cuando pidió la ayuda de Slim- al 20% que mantiene ahora. Por otro, carece de los ingresos necesarios para pagar la deuda vinculada al grupo. El valor de sus acciones, en paralelo, depende de la cotización de FCC: cuanto más suban más vale su parte. El plazo de vencimiento de la deuda, en cualquier caso, es abril de 2020. Ese es el plazo, inquietante, del que está pendiente la empresaria. De acuerdo con la cotización actual de FCC, 12,14 euros, pagaría la deuda con acciones (el aval), pero quedándose sin las acciones. O sea, la ruina total.
La situación de Slim, en cambio, es justo la contraria: controla el 61% de FCC -que posee a su vez una participación del 36,9% de Realia- y tiene en su mano reabrir el grifo del dividendo. No solo eso, es también el propietario de la deuda, que compró a los bancos que prestaron a la empresaria, BBVA y Bankia, por 600 millones (o sea, con una quita del 29% respecto a los 884).
Ya no serán los bancos lo que aprieten a Koplowitz, sino el propio Slim, a vencimiento del préstamo, dentro de año y medio
De modo que ya no serán los bancos lo que aprieten a Koplowitz, sino el propio Slim, a vencimiento del préstamo, dentro de año y medio. Será el desenlace a un proceso que se remonta a 2014, cuando la empresaria firmó en 2014 un primer acuerdo de financiación de la deuda con el aval de su parte en el grupo, en manos de su patrimonial Dominum (DDG).
Renegoció ese acuerdo en 2016, con un mensaje de alivio a los bancos: contempla que pagará el magnate si la empresaria no puede, a cambio de sus acciones en FCC, claro. En esas fechas, Koplowitz redujo su participación, con un primer pago a Slim, del 22,5 al 20% (15,5%, en Dominum y el 4,53% en Nueva Samede 2016).
Lo que no ha cambiado estos años es la de deuda de Koplowitz, que sigue en 844 millones, que debe pagar a Slim en el peor caso, dependiendo de las únicas vías posibles: el dividendo, que no cobra, o el valor de sus acciones en prenda en 2020, en la fecha de ejecución.