La historia del PIN parental es sintomática de lo que ocurre en la sede del PP. Bajo el presunto liderazgo de Casado, el partido está más dividido que nunca, entre los progres y aquellos convencidos de algo más que el mero posibilismo político para recuperar La Moncloa. Es decir, entre centro-reformistas y cristianos. El PP vive fraccionado entre cristianos y progres, o entre casi-cristianos y casi-progres, pues no olvidemos que estamos hablando de una derecha tibia y acobardada.
Y encima pretende que Cataluña sea el campo de pruebas de la alianza: ha escogido el peor lugar
Verbigracia: cuando Vox lanza la idea del pin parental -aunque no es sino una parte del derecho mayor a la objeción de conciencia y del derecho a la libertad de los padres para educar a sus hijos- Casado se suma y asegura que a sus hijos los forma él y no el Estado, no el Gobierno Sánchez. Pero enseguida salen otras voces en su partido -incluida la de su dirigente más próxima, Díaz Ayuso-, se ponen espléndidos y le hacen la campaña al PSOE diciendo que lo del PIN era una exageración, mientras perjuran que en los colegios españoles -o madrileños- no se adoctrina a los niños. Claro que se les adoctrina, y en Madrid gracias a leyes como las de la pepera Cristina Cifuentes, toda una corruptora de menores.
Y así, Casado protagonizaba ayer una coartada a la controlada y manipuladora RTVE del PSOE, con una entrevista, en horario de máxima audiencia, absolutamente anodina y centrada en Cataluña y en Quim Torra, quien seguramente estaba felicísimo con el protagonismo que se le otorgaba.
Con el PIN parental, el presidente del PP se ha reflejado: no se atreve a ser líder
Horas antes, don Pablo Casado aseguraba que se echaba en manos de los termitas de Ciudadanos, en lugar de buscar la alianza lógica con Vox y por un doble motivo: limpiar el PP de progres tipo Núñez Feijóo, Alfonso Alonso, Javier Maroto… y recuperar unos valores cristianos. Precisamente ahora, cuando Abascal no puede exigirle ser cabeza de esa alianza porque Casado tiene más escaños que él. El deber moral de Vox es salvar a Pablo Casado de la tendencia del PP hacia el progresismo castrante. Porque lo que desea Pedro Sánchez es justamente eso: una oposición de derechas… progre.
Así que no lo duden: hay Pedro Sánchez y frentepopulismo para rato. Ciudadanos realizará una último favor al PSOE y a Podemos antes de desaparecer: romper el PP, un partido inconsistente, en plena guerra civil por renunciar a sus orígenes católicos y por defender una unidad de España basada en… que hay que estar unidos porque sí.
Casado sigue sin responder a la pregunta: ¿Unidad de España en torno a qué? Y la respuesta no puede ser otra que unidos en torno a Cristo.
Por otra parte parte, Casado no ha sabido resistir la presión de los progres del PP (Feijóo y compañía)… y eso no hace otra cosa que relanzar a Vox. Y encima, el presidente del PP, pretende que Cataluña sea el campo de pruebas de la alianza: ha escogido el peor lugar, donde su partido no es otro cosa que una pieza testimonial y donde no hay ideología sino identidades: o se es independentista o se es españolista, todo lo demás poco importa. Pues es ahí donde el PP no cuenta con ventaja alguna y donde Cs, tras un triunfo pasajero que sólo sirvió para colocar a Arrimadas en Madrid y dividir a la derecha, está en caída libre.
Santiago Abascal debería acudir en rescate de Casado… y ampliar sus áreas de actuación: menos Ortega Smith y más Rocío Monasterio
Resumiendo, con el PIN parental y con su alianza con Cs, el presidente del PP se ha reflejado: no se atreve a ser presidente.
Ahora bien, Vox puede beneficiarse de ello pero no debería. Más bien creo que Santiago Abascal debería acudir en rescate de Casado proponiéndole una alianza ahora, cuando aún Casado la aceptaría porque nadie puede discutirle la primacía de cara a Moncloa.
Y Abascal también debe ampliar las áreas de actuación: menos Ortega Smith y más Rocío Monasterio. Menos unidad de España -que en eso compite con el PP-. Y más defensa de unos principios cristianos que son los que votan la mayoría de sus electores.
Otrosí: no se puede ser presidente del Gobierno, señor Abascal, sin una planteamiento económico claro, sin tan siquiera hablar de economías. Porque eso de justicia social no es una tontería y porque uno de los cuatro principios innegociables para un católico es el bien común.
En definitiva, menos Ortega Smith y más Rocío Monasterio sin duda la cabeza más sólida de todo Vox.
En cualquier caso, Casado se ha echado en manos de los termitas de Ciudadanos: me temo que hay Sánchez e Iglesias para mucho tiempo. Un verdadero horror que de seguro nos conducirá al caos social, si no al enfrentamiento abierto y en cualquier caso, a un proto-comunismo liberticida. El leninismo 3.0, que diría Felipe González.