• Más sueña con ser Companys: presidente y mártir de la República catalana.
  • Ahora, está empeñado en orillar a Puigdemont.
  • Y dispuesto a humillarse, una vez más, ante la CUP.
  • Una encuesta de la Generalitat rebaja, pero poco, el furor secesionista en Cataluña.
  • Mientras, el Tribunal Supremo enfila a Francesc Homs. Él está muy feliz.
  • Junts pel Si baja, la CUP baja, pero el PP se estanca, como partido marginal.
  • Y los independentistas a lo suyo: tensan la cuerda: ahora toca la Ley de Transitoriedad Política.
Gradas vacías en el enfrentamiento entre las selecciones de fútbol de Túnez y Cataluña. Está claro el mundo del fútbol es fascista. Esto no presagiaba nada bueno para la jornada del jueves… Y así llegamos a las malas nuevas de la mañana del jueves sobre el 'proces' catalán, una historia que ya aburre a muchos pero que da que hablar a los políticos y a los jueces. Primero. El Tribunal Supremo enfila al diputado y ex conseller de Presidencia, Francesc Homs, por la organización del famoso referéndum fantasma. Él está feliz: los independentistas catalanes ya tienen un mártir. Esto les da oxígeno para el tiempo que dure el encausamiento. Los nacionalistas elevan sus preces al dios independiente para que el juez no lo archive. Al tiempo, nueva provocación del Parlament, que para eso está. Ojo al dato: Ley de transitoriedad política (nada menos). Pero ojo, ley secreta, para que no se entre el Tribunal Constitucional y se la impugne… una vez más. Así se forjan los países, con leyes secretas, no vaya a ser que la gente se entere de las normas que deben probar. Finalmente, también mañana del jueves 29: encuesta de la Generalitat donde el no a la independencia crece pero poquito. Supera al sí pero con la misma diferencia con la que se jugó la partida del Brexit. ¿Qué está ocurriendo? Pues que Artur Mas (en la imagen) se ha vuelto loco. Lo de 'orate' no se lo llamo yo, sino un empresario catalán que le conoce desde hace décadas y que lleva más de un lustro intentando que recapacite, con escaso éxito. Mas adora a un nuevo dios llamado independencia y sueña con ser Lluis Companys, presidente, y si fuera el caso, mártir de la ínsula catalana. Eso sí, el PP se estanca, el PSC casi, casi y lo único que revela es que los catalanes sufren una curiosa mezcla de tozudez y hastío. Pero hasta el martirio exige cierto sadismo, así que ahora, don Artur, trata de arrinconar a su sucesor, Carles Puigdemont, un hombre que dejará huella en Cataluña, al menos durante meses. Sado-masoquismo, porque Mas está dispuesto a dejarse humillar, una vez más, por los majaderos (estos no están locos, sólo son majaderos) de la CUP con tal de emular a su nuevo ídolo: el precitado Lluis Companys. ¿Y cuál es la solución? Probablemente ninguna. Que los hechos sigan su curso. Ahora bien, no convendría armar más líos de los estrictamente necesarios. Porque los nacionalistas catalanes buscan la insumisión, tensar la cuerda para debilitar al prójimo. Es lo que se llama política enervante. O sea, debilitar los nervios del adversario. Y funciona. Eulogio López eulogio@hispanidad.com