Con la Casa Blanca cercada y la violencia callejera desatada de cosa este a costa oeste, por una neonata ultraizquierda comunista -un fenómeno nuevo en Estados Unidos- Donald Trump ha amenazado con sacar al Ejército a la calle. A lo mejor tiene que hacerlo aunque con unos Estados Unidos que se está volviendo progre, un peligro añadido es que el Ejército no le obedezca. Además, es peligroso sacar al ejército a la calle porque la milicia no está para luchar contra civiles y porque luego hay que devolverlo a los cuarteles y porque, además, los muy hipócritas dirigentes del 15-M norteamericano, los radicales comunistas de Antifa (recuerden: el comunismo no es mas que una gran mentira) utilizan a todos los cabreados del movimiento antirracista, okupas, etc. Una macedonia al modo gringo, pero similar los ‘indignados perroflautas’ del 15-M, sobre los cuales Pablo Iglesias comenzó su exitosa carrera política para implantar el bolivarianismo en España.
A Trump han intentado tumbarle con la inmigración, el feminismo, el ecologismo, el librecambismo y, ahora, el comunismo
Lo que menos les importa a Antifa y al espíritu Antifa es la muerte afroamericano -está prohibido decir ‘negro’- George Floyd. De la misma forma que lo que menos le importa a nuestro Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es la pobreza severa. Por cierto la preciada prohibición -no existen negros, sólo afrodescendientes- resulta de lo más relevante, por cuanto todo movimiento violento de la nueva izquierda, sea el Podemos español o el Antifascismo norteamericano, se basa en una fraudulenta utilización de los términos. Y así, de la misma forma en que en España utilizamos el todos y todas para todo… salvo para los muertos por la Covid-19 (Ahí no hay ‘muertas’, sólo muertos como tampoco ha habido imágenes de féretros) en Estados Unidos el movimiento antifa no tiene líderes declarados aunque sí violentos en las calles, capaces de convertir un exceso policial en un intento de invasión de la Casa Blanca y de aprovechar el error de un Trump acosado que saca el ejército a las calles contra su propia población. Los antifa deben estar frotándose las manos ante esa posibilidad.
En resumen, esta es la caza de Donald Trump. Y lo malo es que si Estados Unidos cae en manos de Joe Biden tendremos al peor elemento posible en la Casa Blanca: católico abortista y prochino. Lo peor de lo peor, el prototipo de político progre del siglo XXI, del que hay que huir como del coronavirus
No es un comecuras -¡Ojalá!-sino un fervoroso católico que defiende lo más anticristiano de toda la era moderna: la matanza legal del ser humano más inocente y más indefenso: el concebido y no nacido.
Hasta hoy, se trataba de echar a Trump de la Casa Blanca de forma pacifica, ahora, mediante la violencia… en nombre de los marginados, naturalmente
Y encima es el prochino Biden, la nación que no ha renunciado al comunismo, sino que ha inventado el desastroso “un país dos sistemas”, política comunista y tiránica y economía capitalista, que no liberal, igualmente tiránica. En ambos, el pez grande se come al chico… con plena legalidad y hasta legitimidad.
A Trump han intentado tumbarle con la inmigración, el feminismo, el ecologismo, el librecambismo y, ahora, con el neo-comunismo que, como Pablo Iglesias, es antifascista hasta que alcanza el poder. A partir de ahí se convierte en un ardoroso defensor de la democracia.
Y ojo, hasta hoy, se trataba de echar Trump de la Casa Blanca de forma pacifica, ahora, mediante la violencia. Al menos, mediante una violencia callejera que acabe proporcionando un triunfo electoral a una marioneta de la progresía, como es abortero y prochino Biden.
Y el problema es que si, cae Trump, el último defensor de Occidente, podríamos entronizar el neocomunsimo en el mismo centro de la civilización occidental que tanto le ha combatido. Sólo les falta un Pedro Sánchez pagado de sí mismo (ese papel es el de Joe Biden) y un Pablo Iglesias bolivariano, que es lo que les falta a los gringos. A lo mejor sale de las protestas por la muerte, a manos de la policía, ciertamente, de George Floyd.
Porque no olvidemos que la raíz de Occidente es Jerusalén, Atenas y Roma. Hoy en el siglo XXI, el eje de la civilización cristiano-occidental se ha trasladado desde Europa a Estados Unidos.