Isabel Celaá insiste en atacar y marginar a la educación católica (que representa la mayor parte de la concertada, donde estudian uno de cada cuatro alumnos). Y es que la ministra de Educación quiere aprobar su proyecto de reforma educativa en breve, pues aunque recibió el visto bueno del anterior Gobierno las elecciones del 28-A pararon su tramitación, y este lunes se ha reunido con representantes de la escuela pública para informarles sobre sus planes al frente del Ministerio.
En concreto, a esta cita han asistido: los sindicatos UGT, CCOO y STEs; la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA); la Federación de Asociaciones de Estudiantes Progresistas (FAEST); la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (CANAE); la Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Públicos (Fedadi); la Asociación de Inspectores de Educación (ADIDE); la Fundación educativa y asistencial Cives y la Unión Española de Cooperativas de Enseñanza (UECOE) -que ha sido la única representante de la privada o concertada de titularidad privada-. Sin embargo, una vez más, la patronal de colegios concertados Escuelas Católicas, la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE) y la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos (Concapa) han quedado marginadas, pues no sabían nada de dicha reunión.
Vuelve a marginar a Escuelas Católicas, CECE y Concapa: ya lo hizo en el verano de 2018 y se reunió con ellas meses después, cuando ya tenía la reforma lista
No es la primera vez que desplanta a las organizaciones de la enseñanza concertada y católica: ya lo hizo el verano de 2018. Y a esto le siguió una burla posterior: las recibió cuando ya tenía la reforma educativa lista en enero del año pasado. Claro que en todo esto se puede ver su incoherencia: ella misma llevó a sus hijas a un centro católico, concertado y, en ese momento, con educación diferenciada… perdón, ‘segregada’.
La ministra de Educación y Formación Profesional no ha cambiado nada de la llamada ‘ley Celaá’ y quiere que el Consejo de Ministros la apruebe en breve. Para agilizar el proceso, seguirá sin pasarla por el Consejo de Estado, y esta vez tampoco la remitirá al Consejo Escolar porque ya vio el proyecto hace un año.
Además de laicista, la educación que pretende Isabel Celaá apuesta por premiar a los estudiantes vagos. En nombre de la igualdad, imagino
Por tanto, Celaá insistirá en atacar a la educación católica: la asignatura de religión será de oferta obligatoria, pero de elección voluntaria; evaluable, aunque no contará para la media; y no tendrá una alternativa. Y por si esto no bastara, habrá una nueva asignatura en la ESO: Valores cívicos y éticos, que recuerda a la antigua Educación para la Ciudadanía, y donde no hay duda de que la ideología de género (y con ello, el lavado de cerebro de los niños) tendrá un gran papel.
Pero Celaá no apuesta por una educación de calidad, sino que más bien premiará el mínimo esfuerzo. De hecho, se podrá obtener el Título de Bachillerato con una asignatura suspensa.