El hundimiento de precios de petróleo, más allá del recorte en las cotizaciones de los valores vinculados al crudo, tiene una víctima: Cepsa. La compañía, propiedad del fondo estatal Mubadala, de Abu Dabi, fracasó en su intento de vender una parte a los fondos de inversión y se vio obligada después a suspender los planes de la salida a bolsa por falta de apetito comprador, algo que condicionaba a la baja los precios en la colocación. Ahora, queda obligada a reconsiderar -léase, aplazar sine die- esa opción de volver a cotizar, que no descartó si volvía la normalidad, un contratiempo en toda regla para Emiratos Árabes Unidos y su salida de España. Malvender o seguir como el propietario total, no tiene otras opciones.
El emirato tenía esos planes desde hace tiempo, aunque el imperativo de la realidad se impuso sobre el imperativo del deseo, y renunció a operación a solo tres días de su regreso a la cotización. Se escudó en lo inevitable, la incertidumbre reinante en los mercados internacionales de capitales, a mediados de octubre, por acontecimientos económicos como el Brexit o la guerra comercial. Pero esa misma incertidumbre se ha desplazado ahora al propio negocio, el propio mercado petrolero.
El desplome del 25% del precio del crudo desde octubre da en la línea de Abu Dabi: la incertidumbre aplaza 'sine die' la salida a bolsa
El desplome del 7% de ayer martes tiene su continuidad este miércoles, pero las sombras empezaron en el corazón del empeño de Abu Dabi, en octubre. Desde entonces, el crudo se ha devaluado un 25% (en el Brent, del máximo marcado ese mes de 86,7 dólares a los 56-57 actuales).
Y a eso se une el debate interno entre los miembros o no de la Opep, que tampoco se aclaran sobre el recorte de producción para que suban los precios, algo que sí ha emprendido en solitario Arabia Saudí, al reducir el bombeo en 500.000 barriles diarios, en contra del criterio de Trump (EEUU) o Putin (Rusia). No se trata de algo coyuntural, sino de una tendencia. Es, al menos, lo que apunta el último informe de la Opep, que sitúa la demanda en 2019 en un 31,5 millones de barriles diarios, 1,4 millones menos de los que se producen ahora, debido a la ralentización económica en los países emergente y Europa.
Y a todo ese panorama gris se une la desafección de Abu Dabi con el nuevo Gobierno Sánchez
Para Abu Dani, en cualquier caso, es un suma y sigue del fracaso en fracaso que acumula en España, obligado a rectificar sus planes iniciales y a dar marcha atrás, incluso, a la compra por 500 millones del oleoducto Medgaz. Tampoco tiene sentido, pues no dejaba de ser un reclamo para atraer potenciales compradores de Cepsa.
Y a todo ese panorama gris se une la desafección de Abu Dabi con el nuevo Gobierno Sánchez, como se ha quejado el consejero delegado de Cepsa, Pedro Miró (en la imagen, tras unos de acuerdos, en 2017, con la petrolera emiratí Adnoc). La falta de apetito de inversores internacional, que constató en piel propia, irá a más tras los cambios fiscales anunciados por el Gobierno, como los impuestos a los carburantes o la subida del tipo mínimo en el Impuesto de Sociedades.