El presidente chino, Xi Jinping, prometió ayer lunes respetar la autonomía de Hong Kong y mantener el principio aplicado a la excolonia británica de «un país, dos sistemas», tras meses de manifestaciones prodemocracia en ese territorio, informó republica.com de Uruguay.
En una recepción en Pekín en víspera de las celebraciones del 70 aniversario de la creación de China comunista, Xi dijo que su país «seguirá aplicando íntegra y fielmente el principio de 'un país, dos sistemas'» así como «un alto grado de autonomía» en Hong Kong.
Esta región del sur de China, vive desde junio su crisis política más grave desde su retrocesión a Pekín en 1997
En los últimos cuatro meses Hong Kong es escenario de manifestaciones casi diarias para exigir reformas democráticas y denunciar la creciente injerencia de Pekín.
Bajo el principio «un país, dos sistemas» -vigente hasta 2047- Hong Kong goza en teoría de ciertas libertades de las que no disfrutan los ciudadanos del resto de China, como la libertad de expresión, el acceso sin restricciones a internet y la independencia judicial.
Las declaraciones de Xi llegan justo cuando aumentan los rumores sobre una posible intervención de Pekín
Las declaraciones de Xi llegan justo cuando aumentan los rumores sobre una posible intervención de Pekín para acabar con las protestas que se iniciaron con la oposición a la ley de extradición, añade RTVE.
Entre estos rumores se encuentra el de un discreto aumento de tropas en el enclave. El mes pasado, Pekín envió a miles de soldados a Hong Kong. La agencia estatal de noticias Xinhua aseguró que se trataba de un relevo rutinario de la fuerza del Ejército Popular destinada allí desde 1997, y estimada entre 3.000 y 5.000 soldados.
Sin embargo, diversas fuentes citadas por Reuters aseguran que tal relevo no se ha producido y que no se ha detectado ninguna salida de tropas chinas, con lo que las recién llegadas se han sumado a las ya presentes. Según estas fuentes, el número de soldados del Ejército Popular en Hong Kong es ahora de entre 10.000 y 12.000.
Las protestas, que se convirtieron en masivas en junio a raíz de una polémica propuesta de ley de extradición, se han sucedido durante más de 100 días en la región administrativa especial y han mutado hasta convertirse en un movimiento que busca una mejora de los mecanismos democráticos que la rigen y una oposición al autoritarismo de Pekín.