- No es oro todo lo que reluce ni cierto todo lo que se promete en una publicidad agresiva.
- El cliente puede llegar a un acuerdo con el banco, a cambio de que retire la demanda.
- Y ¿qué pasa si los bancos siguen el modelo Bankia: pagar a todos los afectados?
- Los despachos insistirán en seguir con las reclamaciones judiciales para no mermar sus ingresos.
El
caso Bankia y sobre todo el de las emisiones de
preferentes activó un negocio paralelo que no se ha detenido desde entonces, el de los
despachos de abogados dedicados, básicamente, a las
reclamaciones de clientes bancarios o inversores sacudidos en
irregularidades de todo tipo. Vuelven ahora a la carga tras la sentencia del
Tribunal de Justicia de la UE que obliga a los bancos a
devolver todo el dinero cobrado de más por las
cláusulas suelo.
La misma cuestión, paradójicamente, que tembló tras el
informe preliminar de julio en el que daba a la razón a las entidades financieras, con carácter no vinculante. Este martes, el tribunal europeo, sin embargo, se ha saltado el informe con sorpresa incluida: ha fallado en sentido contrario.
Y a esa ola se sumarán ahora, no sólo las asociaciones de consumidores, como
Adicae, sino bufetes tipo
Arriaga, que se anuncian como si fueran tiendas de Carrefour, con una publicidad que llega hasta las estaciones de metro o las paradas de autobús.
Esos mismos bufetes, que han sustituido a otros más clásicos en ese tipo de demandas, ya había planteado pleitos en curso sobre la retroactividad total que la sentencia europea ha puesto en el punto de partida, 2008-2009. Nos referimos, además de a Arriaga, a los despachos de
Rosales,
Zunzunegui,
Castañeda,
Caamaño,
Cocheiro & Seoane o
Yvancos.
El frente, en cualquier caso, es doble, algo que debería tener en cuenta todo potencial cliente en lo de las cláusulas suelo, no vaya a ser que se deje dinero en el empeño y no sirva para nada.
En primer término, como ya hemos explicado,
si la cláusula suelo era transparente, el banco no tendrá que pagar de más. Vamos, que no todos los contratos suscritos son necesariamente nulos. O en otras palabras, habrá nulidad en numerosos contratos pero no necesariamente en todos.
No es oro todo lo que reluce, como se pinta en la publicidad de esos bufetes, por tanto, a la espera de captar al confiado cliente. Otra cosa es que están dispuestos a hacer su agosto. Esa publicidad agresiva, que lo promete todo a cambio de nada, ha provocado quejas, incluso, entre los propios abogados que ya plantean
límites en algunos excesos.
Además, cada caso es cada caso. Esos bufetes alejarán la posibilidad de llegar a un acuerdo con la entidad, destacarán el temor a ser estafados, pero más por la supervivencia de su propio negocio. De hecho cobran hasta por las consultas, y los ingresos aumentan sustancialmente, en concepto de
honorarios, si la consulta acaba en demanda y la
demanda, en un
fallo judicial favorable (entre un 5% y un 10% del capital recuperado).
Y otra cosa es, por último, que cada banco decida actuar, llegado el caso, al margen de las sentencias caso por caso, y proponga un acuerdo con los afectados. Es lo que sucedió en febrero en
Bankia, que decidió
devolver todo el dinero a los accionistas que habían acudido a la salida en bolsa.
La decisión de Bankia siguió a la sentencia del Supremo que concluía que hubo información falsa en el folleto de la
OPS. Era el modo de ahorrarse unos 500 millones en costas judiciales, al mismo tiempo que mermaban los ingresos de los despachos que se habían beneficiado del caso hasta entonces. Por eso recomendaron a sus clientes que siguieran adelante con sus reclamaciones.
Rafael Esparza