“Esta crisis ha tenido un impacto sin precedentes en nuestro negocio y en las comunidades que servimos en toda Europa”, señaló este jueves Damian Gammell, consejero delegado de Coca-Cola European Partners, tras la publicación de los resultados del primer semestre.
La preocupación está justificada. El impacto de la pandemia afectó especialmente a la división Iberia (España, Portugal y Andorra), con una caída de la facturación del 48% durante el segundo trimestre. Ni siquiera la buena evolución durante enero y febrero frenaron la caída de los ingresos durante los seis primeros meses del año (-28,5%), hasta los 917 millones de euros. El mercado español ha pasado de liderar la facturación de la compañía a ocupar el tercer lugar, por detrás de Gran Bretaña y Alemania, ambos con ingresos superiores a los 1.000 millones de euros.
La mayor embotelladora de Europa y que capitaliza 16.041 millones de euros en bolsa, sufrió como pocos el cierre de bares y restaurantes. Así, el beneficio hasta junio se desplomó un 75%, hasta los 126 millones de euros. En términos comparables, la caída fue del 52%, hasta los 259 millones. Los ingresos del grupo que preside Sol Daurella se redujeron un 16,5% y no superaron los 4.837 millones.
La recuperación está siendo muy lenta. “Muchos de nuestros clientes continúan trabajando por debajo de su capacidad habitual y el consumo mantiene una fuerte presión”, señaló Gammell. Tiempos difíciles para Daurella y compañía.