La crisis del coronavirus ha impactado de lleno, tanto en el negocio presencial como virtual de Codere, que en el primer semestre del año multiplicó por siete las pérdidas registradas un año antes, hasta los 178 millones de euros, y ha ingresado 318 millones (-55%). Sólo en presencial, estamos hablando de 57.000 máquinas tragaperras, 30.000 asientos de bingo, 148 salas de juego, 1.200 salones recreativos, 9.200 bares, 245 salas de apuestas y 4 hipódromos. En total, cerca de 8.500 terminales de apuestas repartidos entre España e Iberoamérica.
Pero claro, si se suspenden los eventos deportivos no hay apuestas, tampoco por internet. Por eso, en España, su principal mercado online, la facturación fue un 7,3% inferior a al de 2019, hasta los 13,8 millones de euros. El grupo admite que también le afectó la prohibición de hacer publicidad durante el estado de alarma.
Precisamente, uno de los objetivos del ministro de Consumo, el comunista Alberto Garzón, ha sido acabar con las apuestas deportivas. Vienen a la memoria sus sabias palabras cuando, en pleno estado de alarma, cuando lo único que se podía hacer era ir al súper, a la farmacia, al banco o a pasear al perro -por supuesto, no había competiciones deportivas de ningún tipo- soltó una frase que ya forma parte de la historia: “Percibimos en los datos que al no haber competiciones deportivas, las apuestas vinculadas a este tipo de eventos se han reducido de manera extraordinaria”. Es un genio.