Sí, los medios -como casi siempre, la prensa independiente de Internet- que hablan del cabreo de Felipe VI con Pedro Sánchez van cargados de razón. En Zarzuela braman contra un Pedro Sánchez que aprovecha el largo viaje -y un tanto forzado- del monarca a La Habana para pactar con Pablo Iglesias. Es decir, mientras el flatulento (lo ha dicho él) Quim Torra exhibe su genialidad en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Sánchez aprovecha para meter a la zorra en el gallinero: un Gobierno socialcomunista, republicano, cristófobo (bueno, para eso no hace falta el comunismo: se basta el PSOE) y dispuesto a ceder a las presiones separatistas tanto vasca como catalana. Bueno, y ahora valenciana, balear, gallega y canaria. España corre hoy el serio peligro de convertirse, antes de hecho que de derecho, en una reino de taifas.
El cabreo de Felipe VI con el presidente del Gobierno en funciones ya no puede llegar más allá. Ahora mete a la zorra -comunistas y separatistas- en el gallinero y plantea una sesión de investidura sin haber sido propuesto por el Rey
De ahí que, según fuentes de Zarzuela, el Monarca se haya planteado fomentar una corriente que cada vez abarca a más personas, también a algún socialista egregio: una coalición de gobierno entre PSOE y PP, con Cs o sin él, que, o bien que acuerden un gobierno de coalición o bien un pacto de legislatura PSOE-PP, contra el separatismo.
Ahora bien, tanto José María Aznar, que debería hacer más y hablar menos, como el propio Monarca, como también Pablo Casado, consideran que bastaría con un pacto de Estado PSOE-PP contra el separatismo, que arrinconara tanto a los comunistas de Pablo Iglesias como a los separatistas de Torra y Rufián y al PNV. Y, por supuesto, al voto católico, hoy llamado ultra, de Vox.
Pero todo ello choca con la misma barrera. El narcisismo inconmensurable de Pedro Sánchez, que ni aceptaría un gobierno de coalición con el PP, aunque España viva una situación emergencia, ni tan siquiera un gobierno socialista condicionado por un pacto de legislatura con el PP, que le impediría traspasar ciertas líneas. Y no hablo de valores morales, que tampoco importan mucho en el PP de Pablo Casado, sino líneas rojas sobre la unidad de España.
La alternativa plausible es un pacto de legislatura entre PSOE y PP con Sánchez en Moncloa. Sólo que eso no lo permite la soberbia de Sánchez
Felipe VI, además, está un poco harto de la petulancia de un Sánchez que se postula al frente de un gobierno de coalición con el Rey en Cuba y aprovechando un vacío de gobierno y con un voto socialista en retroceso. Lo lógico hubiera sido esperar que el monarca iniciara su periodo de consultas y le nombrara candidato a la investidura.
Tarea en la que, dicho sea de paso, en la que Sánchez ya le ha fallado varias veces al Rey -tres, que yo recuerde- , por lo que no resultaría ni ilegal ni impertinente que el monarca decidiera decirle a Sánchez lo mismo que propone Aznar: un pacto de legislatura, y hasta un gobierno de coalición PSOE-PP, con un socialista a la cabeza… que no sea Pedro Sánchez. Y, de una vez por todas, arrinconar a comunistas y separatistas.
Ahora bien, Sánchez es capaz de radicalizarse aún más si puede perder el sillón de Moncloa y aferrase a su Frente Popular con Pablo Iglesias, que nos conducirá al enfrentamiento civil.