Cuando el BCE habla de fusiones bancarias se refiere a operaciones paneuropeas, principalmente. Es el objetivo que persiguen desde Fráncfort: que el Santander se fusione, por ejemplo, con el Deutsche, o que el BBVA haga lo propio con Unicredit, lo que no deja de ser algo prácticamente imposible en estos momentos. ¿Dónde estaría la sede? ¿Quién mandaría? ¿Qué legislación laboral se aplicaría en la consiguiente reducción de plantilla? ¿Cuántas oficinas se cerrarían de cada banco? ¿Qué filosofía adoptaría la nueva entidad? Demasiadas cuestiones sin solución.
Por eso, tras el anuncio de fusión Caixabank-Bankia, Carla Ruocco, presidenta de la comisión parlamentaria de investigación del sistema bancario y financiero de Italia y miembro del Movimiento 5 Estrellas, actualmente en el Gobierno, afirmó: “Este no es el momento de vender una empresa bancaria importante como MPS (Monte dei Paschi) y mucho menos a competidores de la UE o de fuera de la UE. Ningún país europeo vende sus bancos a instituciones extranjeras”.
En Italia quieren bancos italianos. “Podríamos fortalecer nuestro sistema bancario estimulando el nacimiento de un tercer o cuarto banco nacional. La situación de Bankia es muy similar a la de MPS en Italia”, aseguró Ruocco el domingo en una entrevista en el diario económico Il Sole 24 Ore.
MPS es el tercer banco italiano, sólo por detrás de Intesa Sanpaolo y de Unicredit, la mayor entidad del país.
Como ven, el mandato del BCE está calando en Europa.