- Martín Guirado, el director de Transacciones, asegura que la intención de la Sareb para este 2015 es mejorar el valor de sus activos, en lugar de "caer en la tentación de vender rápido".
- Por eso cayó Belén Romana, por no contar con las inmobiliarias y con los bancos para vender esos activos.
- Moraleja: no hay que vender deprisa.
A ver si nos entendemos: una cosa es vender suelo y otra, vender pisos. Las casas siempre son más fáciles de colocar. Incluso, dentro de los suelos, los hay que despiertan el interés de los promotores y los hay que ni regalados.
Precisamente, la 'nueva'
Sareb, la que está bajo la batuta de
Jaime Echegoyen (
en la imagen), ha rectificado la antigua estrategia. Ahora contará con los promotores para vender suelo.
Para ilustrar la idea, nada mejor que una anécdota real. Hace unos meses, con
Belén Romana aún como presidenta de la Sareb, un promotor inmobiliario se interesó por un solar. "Lo siento -le dijeron en la Sareb- pero ese solar no está en venta. En cambio, tenemos este otro", y le enseñaron un suelo con un valor infinitamente inferior. "Ya, pero es que a mí me interesa el otro", respondió el promotor, que finalmente se marchó como había llegado. Sin ninguna posibilidad de comprar el suelo que quería. En definitiva, hasta ahora, la Sareb no vendía al por menor el suelo bueno, sino el que no tenía ningún valor.
Pero eso es historia.
Luis Martín Guirado, director de Transacciones de la
Sareb, ha señalado este miércoles, en el Salón Inmobiliario Internacional de Madrid (SIMA), que la estrategia de la sociedad para 2015 consistirá en dar valor a sus activos para lograr los mejores resultados posibles -hasta ahí todo igual-, y que para ello, promoverá suelo de la mano de promotores. En definitiva, se trata de evitar "caer en la tentación de vender rápido", ha afirmado.
Por eso cayó Belén Romana. La expresidenta de la
Sareb se echó en manos de los fondos buitre para vender los activos, y no contó con las inmobiliarias y los bancos para colocarlos al menudeo. Romana vendía más rápido, ciertamente, pero a un precio de risa. Echegoyen, en cambio, prefiere vender más despacio antes que malvender los activos. Y esa es, precisamente, la moraleja que se extrae de la aún corta historia de la Sareb: no hay que vender deprisa.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com