Apareció el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con un lenguaje “pedagógico” (hasta cuatro veces pronunció el término). Pero de enseñanza infantil. Por ejemplo, cuando se dirigió a los niños (toda la infancia española estaba pendiente de sus palabras) y le dijo: “Niños, haced caso a vuestros padres y vuestras madres: lavaos las manos…”. No les aconsejó el rezo nocturno del Jesusito de mi vida porque don Pedro es ateo, pero estuvo en un tris.
Para los adultos, don Pedro quería vender la idea de que llegaba desde el Consejo de Ministros más importante de toda la historia de la democracia. Es un hombre que vive rodeado de historia, todo lo que hace es histórico, inédito, singular, único.
Pero a lo que estamos, Fernanda, que se nos va la tarde:
El decreto ley aprobado por el Gobierno, según Sánchez, representa “la mayor movilización de fondos de toda la democracia”… y también la mayor estafa que este periodista económico recuerda.
Sánchez dice que moviliza 200.000 millones de euros, de los cuales 117.000 son públicos, el resto privados, unas medidas “sin precedentes”… algo “inédito en la historia democrática de este país”.
Como en la Albania de Hoxha: prohibido salir de casa, si lo haces, en perfecta soledad. Dos son multitud
Ahora bien, el verbo movilizar tiene un significado equívoco. O le prestas atención o tal parece que Sánchez nos regala la quinta parte del PIB español para salir de la crisis del coronavirus. No es así, De esos 200.000 millones “movilizados” la mitad son créditos y otra buena parte prórroga. Les recuerdo que los créditos hay que pagarlos y que el dinero para concederlo tiene que salir de algún lado. Aquí, naturalmente, salen de la deuda púbica, que dejaremos en venenosa herencia a nuestros hijos y que pagamos todos con nuestros impuestos.
Eso por parte del prestamista, el Estado, que luego nos lo cobrará con intereses. Por parte del prestatario, ¿de verdad creen que el microempresario que ha cerrado, el profesional o autónomo que se ha quedado sin negocio y sin trabajo porque Sánchez ha obligado a la gente a quedarse en casa y paralizado la economía, está pensando en pedir un crédito para volver a empezar… o sencillamente está pensando en recuperar sus clientes, sin crédito alguno cuando el coronavirus pase?
Y por cierto, aquí conviene recordar que el dinero público no existe. Sánchez moviliza dinero, nuestro dinero.
Sánchez se refirió a los empresarios profesionales y autónomos pero habló en primer persona cuando se refierió a los proletarios: “los trabajadores también podemos hacer muchas cosas”. A lo mejor por ello, las ayudas de verdad, pero por un montante menor, son las de corte netamente socialista, es decir, las marcadas por subvenciones.
Al menos, éstas son reales, son subvenciones, siempre injustas, pero reales: son los 600 millones destinados a cuestiones sociales, de pobreza extrema.
En cualquier caso, hasta aquí los 117.000 millones de dinero publico ‘movilizado’.
El resto lo aportarán los empresarios. ¿Cómo? No tengo ni la menor idea, el presidente no lo explicó pero ni las empresas ni los bancos -creo que hacia ellos apuntan el histórico plan de don Pedro- suelen hacer otras donaciones que las canalizadas a través de sus fundaciones. Por tanto, mucho me temo, no lo especificó el presidente, que estamos hablando, otra vez, de disponibilidad de créditos, no de donaciones. Y los créditos, perdonen la reiteración, hay que devolverlos y con intereses.
A Sánchez le encanta solemnizar lo obvio y repetir lo básico. Y no le va mal
¿La mayor movilización de fondos de la democracia? ¡Menuda estafa, una caradura sin límites!
Y lo de las hipotecas es otra coña. Tampoco son donaciones sino retrasos permitidos en la amortización. Es verdad que así no te pueden desahuciar pero nadie te perdona ni una cuota: al final, ojo, lo pagas y con atrasos (espero que sin intereses).
Pero más, mucho más que la estafa de Sánchez me preocupa su tendencia liberticida. Mañana miércoles, don Peter comparecerá en el Congreso para comunicarnos, en el cuarto día de Estado de Alarma, que lo alarga y endurece.
Esto va para meses y caminamos directos hacia la dictadura con la excusa del coronavirus, Y como siempre, todo totalitarismo es aceptado por el pueblo con un gran aplauso mientras se perpetre en nombre de nuestra salud y de nuestra seguridad: “Todas y todos los miembros del Gobierno somos conscientes del esfuerzo de la ciudadanía”, asegura Sánchez. Eso seguro.
A Sánchez le gusta solemnizar lo obvio y repetir lo básico: “tenemos que vencer al virus”. Y luego le sale la peligrosa vena socialista: “Ese escudo social solamente lo podemos forzar los poderes públicos”.
Por el coronavirus hacia el totalitarismo. Y lo malo es que, con el miedo a morir que tenemos todos, el asunto puede tener éxito.
A Sánchez le encanta solemnizar lo obvio y repetir lo básico. Y no le va mal.