Es una sensación universal. Algo va a ocurrir, esto no aguanta más. Sensación común para creyentes y agnósticos. Para los primeros, la clave está en la Iglesia porque así marche la Iglesia, así marchará la humanidad. Para los agnósticos, o simplemente para los no cristianos, el mal radica en el sistema político, en un mundo violento, que ha vuelto al sistema nómada de los comienzos de la humanidad.
Pero todos ellos coinciden en que algo va a ocurrir, e intentan concretar la convicción más profunda del hombre actual: la necesidad de purificación, no de la humanidad, sino del hombre, nacido libre y dueño para elegir entre el bien y el mal. Al parecer, lleva eligiendo el lado oscuro desde hace un par de siglos
Para los cristianos va a ocurrir en la Iglesia, para todos, en el mundo. Pero hablamos de lo mismo
Esa necesidad de purificación, con muy diversas interpretaciones, ciertamente, constituye otro de los consensos.
Y si: los últimos sucesos en el Vaticano, así como la revuelta del Nuevo Orden Mundial (NOM) contra el Papa Francisco, a cuenta de la pederastia clerical y los abusos homosexuales de algunos clérigos de alta alcurnia, son los exponentes de ese consenso: algo va a pasar, para bien o para mal. Y el consenso también implica que no tiene por qué resultar agradable Al menos, en un primer momento. Las herida casi nunca se curan sin dolor. Y el hombre necesita que “le duela el amor”.
Pero ambos, cristianos y agnósticos, creen que ‘el sistema’ está demasiado podrido
Para todos los hombres, porque el único ser libre es el hombre; para los cristianos, porque saben que el hombre es hijo de Dios.