Pregunta de una periodista al ministro Illa durante una de sus ultimas ruedas de prensa: ¿No cree que el Gobierno debería hacer autocrítica por no decretar medidas más restrictivas durante las Navidades y fiarlo todo a la responsabilidad individual?
¿Comprenden? Al personal no le puede dejar en libertad, hay que obligarle, porque, como decía la canción, “dicen los viejos que esta país necesita palo largo y mano dura, para evitar lo peor”. Si adoro esta profesión canalla del periodismo es porque opera bajo la premisa de la libertad, no bajo la premisa de eficacia.
Veamos: toda la actualidad informativa, también la económica, del jueves 14 de enero viene marcada por la histeria de las comunidades autónomas y de los medios informativos, en el sentido de que, en materia de coronavirus, las cosas están fatal pero van a ir a peor.
No podemos encerrarnos en casa porque no está claro que eso disminuya los contagios y sí está claro que esos nos deprime y nos arruina
Suspiran políticos de campanario y editores ‘responsables’ porque nos encierren de nuevo a todos los españoles en arresto domiciliario ‘sine die’, mientras repiten la cantinela de las cifras de afectados: preocupantes, peligro extremo, irresponsabilidad, sunami sanitario… todos vosotros vais a morir.
Ya lo dijo el prestigioso experto Fernando Simón: lo pasamos bien en Navidad y ahora lo vamos a pagar. Al parecer, nuestro científico de cabecera deseaba que lo pasáramos fatal por Pascua.
Sin embargo, las muy alarmantes cifras vuelven a indicar que menos libertad no significa menos contagios ni menos muertes. Las comunidades autónomas que blasonaban de haber recortado más las libertades ciudadanas, en una estúpida competición por comprobar quién era más sádico -ejemplo, Galicia, Extremadura, Cataluña o Valencia- son ahora las más afectadas… en esta tercera, cuarta o quizás decimo octava oleada.
Y en el escenario europeo ocurre lo mismo: Alemania lleva un mes confinada y el número de muertos no deja de aumentar. Y la vacuna resulta un logro científico de magnitud histórica… pero dice Margarita del Val, la alegre Margarita, que no te cura, que solo hace que sufras menos (Caramba, Margarita, eso ya es algo).
En el entretanto, el Gobierno Sánchez a lo suyo, a quedar bien y que las autonomías corran con el desgaste. Ahora Moncloa se niega a otro confinamiento domiciliario porque sabe que en el de marzo cosechamos medalla de oro en muertos por habitante al tiempo que hundimos la economía.
Es curioso que casi todos los centros de estudios económicos apunten en la misma dirección: la economía española camina hacia la ruina… a no ser que la tercera oleada remita pronto.
Lo que está claro es que, cuando esto pase, políticos y periodistas tendremos que pedir perdón
Insisto: más restricciones no suponen menos contagios. En Moncloa lo saben bien, tras su error de marzo, en las comunidades autónomas no: por eso corren como gallinas mojadas a prohibirlo todo, absolutamente todo, a la población mientras hunden “la moral de la tropa” y las colas del hambre aumentan.
En medio de la histeria es imposible pensar. No podemos encerrarnos en casa porque no está claro que eso disminuya los contagios y sí está claro que esos nos deprime y nos arruina.
Entre otras cosas porque el virus es ultracontagioso… pero eso es lo único que sabemos de él. Con precisión, no sabemos ni cómo contagia.
Lo que está claro es que, cuando esto pase, políticos y periodistas tendremos que pedir perdón.
Un consejo: no se ponga histérico y vuelva usted a la normalidad del sentido común y de los hombres libres. Porque la vida siempre es riesgo, con Covid o sin él.