La pandemia del coronavirus que afronta el mundo ha cambiado muchas cosas y está teniendo importantes efectos sanitarios y económicos, pero no ha provocado la desaparición del lenguaje políticamente correcto ni las fake news. La última mentira políticamente correcta es decir que los chinos son los buenos.
El presidente de EEUU, Donald Trump, cómo no, una vez más, se ha negado a caer en este lenguaje políticamente correcto: se niega a que sea racismo decir que el coronavirus viene de China. Esa es la verdad, pues allí fue donde empezó la pandemia: en concreto, el pasado 8 de diciembre, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque otras investigaciones sitúan el primer caso a mediados de noviembre o a a principios de diciembre.
Sin embargo, los periodistas se han vuelto a escandalizar -o sea, se han mostrado políticamente correctos- e intentan negar la realidad. No es la primera vez que llevan la contraria a Trump: no les gusta que no sea políticamente correcto…
En España, abundan las alabanzas oficiales a los chinos, después de que ofrecieran expertos médicos y envío de material sanitario
Al otro lado del Atlántico, esta verdad también queda en segundo plano ante la emergencia sanitaria y el estado de alarma que viven diversos países europeos (sobre todo, Italia y España). En nuestro país, abundan las alabanzas oficiales que se hacen a los chinos, después de que estos ofrecieran expertos médicos para ‘ayudar’ a curar el virus (tienen experiencia) y el envío de material sanitario. Alabanzas que se han dado por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (mantuvo conversación telefónica con su homólogo chino, Xi Jinping), y de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, tras las peticiones de ayuda.
Sin embargo, Europa debería pedir reparaciones a China por ser el origen del virus. Italia ya supera en número de fallecidos al gigante asiático, pese al envío de expertos médicos y de material sanitario. Ya se verá si el origen del coronavirus fue intencionado o no, porque se les fue de las manos... pero lo cierto es que viene de China y nadie puede dudar ni negar esta realidad. Por ejemplo, los periodistas estadounidenses deberían replantearse sus ataques a Trump, porque una vez más, defiende la verdad.