Pablo Iglesias le ha convencido. A los comunistas les encanta eso de recortar libertades, en nombre del mantenimiento de los derechos sociales, naturalmente.
Fuentes socialistas, algunas muy críticas con la gestión del Covid-19 por parte de Sánchez, denuncian que Pablo Iglesias ya ha convencido a Pedro para que endurezca el arresto domiciliario e imponga nuevos recortes de libertades y un estado de delación permanente, el mismo que inventaron los soviets: se trata de convertir a cada español en el vigilante de su vecino. Eso es lo más importante, pero no hay por qué renunciar a nada dentro del nuevo Estado policial y represor que está forjando el Ejecutivo socio-podemita: se puede paralizar el país.
De hecho, Marlaska, que se lleva muy bien con los podemitas, ya ha dado a entender que en la orden que ha publicado este jueves el Ministerio del Interior se detalla qué transportes estarían autorizados a transitar por las carreteras españolas en caso de que se endureciera el confinamiento.
Lo malo es que el país ya está paralizado y la crisis económica, producto, no del coronavirus, sino del confinamiento decretado por Pedro Sánchez, va a ser pavorosa. Los sindicatos ya hablan de un millón de trabajos perdidos, la tercera parte que en Estados Unidos… y no somos la tercera parte de los Estados Unidos.
La situación es esta: los resultados contra el coronavirus no se ven por el fracaso del Gobierno en la respuesta sanitaria y en la investigación para nuevos tratamientos, para fomentar la inmunización grupal y para una futura nueva vacuna. Pero, sobre todo, el Gobierno no ha protegido a los sanitarios y a los que deberían cubrirnos las espaldas en este recorte de libertades.
Los resultados contra el virus son muy pobres por el fracaso del Gobierno en la respuesta sanitaria y en la investigación
Si ahora se paraliza aún más la actividad productiva, no sólo se verá afectada la economía sino también todo el entramado industrial y de servicios para los que trabajan detrás de los sanitarios (por ejemplo, los fabricantes de material), no para evitar el contagio sino para combatir al virus entre los ya contagiados.
Igual da. Moncloa mantiene el mismo argumento vicioso: si el confinamiento no da resultados… más confinamiento.
En cuanto al recorte de derechos, Sánchez aprovecha que, tras haber inoculado el pánico al Covid-19 entre la población civil, el pueblo español esa dispuesto a aceptar cualquier recorte de libertades, tengan o no tengan nada que ver con el coronavirus.
Así, Moncloa apunta a terminar con todas las críticas al Gobierno… por irresponsables e insolidarias. La manipulación de las preguntas en las nuevas ruedas de prensa telemáticas -un presunto alarde de libertad de expresión-, así como la pretendida lucha contra los bulos y ‘fake news, que implican represión en estado puro, constituyen la plataforma idónea de esa campaña para anular la liberta de prensa y, sobre todo, que es más difícil, la libertad de expresión a través de las redes sociales: ¡benditas redes sociales! La más relevante, no es Facebook ni Twitter sino la filial de la primera: Whatsapp.
En cuanto al recorte de derechos, Moncloa apunta a terminar con todas las críticas, las periodísticas y las de las redes sociales, al Gobierno… por irresponsables e insolidarias
Son las mismas redes que se cachondean (ver imagen) de las chapuzas gubernamentales en la lucha contra la pandemia y, especialmente, en la respuesta sanitaria para los ya infectados, como se muestra en la imagen y que aportan a la población española el sentido del humor necesario para poder resistir un recorte de libertades y una ruina económica que no resultan menos relevantes que el coronavirus. Pero la libertad se valora a la baja.