“Riesgo extremo” ante la evolución de contagios, fue el tópico más utilizado durante la tarde-noche del miércoles por miembros de los medios y amplificado por los medios informativos.
La vicepresidenta Carmen Calvo, especialista en lenguaje circular, ese que no llega a ningún sitio, volvió a repetir la tesis de Salvador Illa: sí, la situación es muy grave, de riesgo extremo, pero como resulta que ya vencimos al virus en la segunda oleada, no debemos decretar otro confinamiento domiciliario como el de marzo. La verdad es que no hemos vencido a la segunda oleada. Simplemente, la hemos llamado tercera y el que quiera aprender que vaya a Salamanca.
Una cosa es la España mediática -¡que pide más represión!- y otra la España real, a punto de estallar ante la merma de movilidad y de libertades. Ya saben: para eso prefiero el virus
No habrá confinamiento domiciliario por la sencilla razón de que Moncloa no quiere repetir -ya no colaría- un fracaso tan morrocotudo como el de marzo-abril. Tan solo con el aparato de propagada del Gobierno y unos multimedia que hacen crítica de salón se propicia el silencio ante las mentiras de Salvador Illa: volveremos a vencer al virus: ¿cómo que volveremos? ¿Acaso le hemos vencido alguna vez cuando somos el país que multiplica por seis la media de fallecidos por habitante del planeta, el más afectado económicamente de toda Europa… a pesar de ser el más estricto con el maldito arresto domiciliario de marzo?
A ver, la amenaza cierta de un nuevo arresto domiciliario en España existe.
‘Afortunadamente’, Sánchez se niega tras el estrepitoso fracaso de marzo: mas muertos que nadie, más ruina económica que ningún otro país.
El divorcio entre la prensa y su público resulta tan intenso en España como el divorcio entre políticos y ciudadanos
Pero existe porque el presidente se ha comportado como un verdadero aprendiz de brujo: insufló pánico al virus en la sociedad española para poder dominarla… y tuvo tanto éxito que ahora es esa sociedad -con el periodismo, ‘ay dolor! como altavoz- quien exige más arresto domiciliario… porque está y están dominados por el pánico y la histeria. El miedo del hombre sólo Dios lo cura.
Ahora bien, otro arresto domiciliario nos llevaría a la ruina e incluso, a pesar del pánico generalizado, los españoles sensatos simplemente no obedecerían a Sánchez, a pesar de la monserga mediática sobre los pérfidos irresponsables que se atreven a relacionarse con otros seres humanos.
Porque una cosa es la España mediática -¡que pide más represión!- y otra la España real, a punto de estallar ante la merma de movilidad y de libertades. Ya saben: “para esto prefiero el virus”.
Mientras, Podemos a lo suyo: Iglesias chantajea a Sánchez con una espantada. Como si Podemos pudiera sobrevivir fuera de Moncloa
Y este doble fenómeno resulta de lo más preocupante. Me refiero al divorcio entre la prensa y su público, que en España es tan intenso como el divorcio entre políticos y ciudadanos.
Mientras, Podemos a lo suyo: Iglesias chantajea a Sánchez con una espantada del Ejecutivo. Si, sus tentáculos -perdón, amenazas vía internet- se multiplicaron durante el miércoles 13 de enero. Como si el venenoso Pablo Iglesias, en caída libre, pudiera sobrevivir fuera de Moncloa…