- Ampliará capital en 5.580 millones de euros, equivalentes al 12,4% de su valor en bolsa.
- Es el dinero que necesita para su plan de reducción de tamaño y costes porque gana mucho menos (-24%).
- Credit Suisse es una víctima de sus excesos, como Deutsche Bank o el británico HSBC.
- Es el modelo de banca en la sombra, que da de sí lo que da, y con cuantiosas multas por prácticas irregulares.
Los resultados trimestrales de
Credit Suisse, conocidos este martes, han sido malos de roer -caen un 24%-, pero no son la única razón de la profunda reestructuración a la que se ve abocada el gigante suizo para no desparecer del mapa.
La mejor prueba es el tamaño de la ampliación que ha anunciado, poco después, el consejero delegado del segundo banco suizo,
Tidjane Thiam (
en la imagen): unos 5.580 millones de euros (6.050 millones de francos suizos).
Se lo digo de otro modo: esa suma de millones es el dinero que necesita para salir adelante y equivalen al 12,4% de su capitalización bursátil (unos 45.000 millones de euros). Ahí es nada.
Y a eso se une todo lo demás, que el Ceo ha
vendido como un giro estratégico inevitable porque algo tienen que hacen cuando ya no ganan tanto. En concreto, intentará reforzar sus posiciones en el mercado suizo (para ello sacará a bolsa en 2017 entre un 20% y un 30% se su filial helvética, que cotiza desde hace un año), se plantea una drástica
reducción de costes (3.230 millones en tres años) y el aumento de su actividad de banca privada fuera de Europa, en Asia, Oriente Próximo, Hispanoamérica y África.
La explicación de
Tidjane Thiam ha sido inevitablemente parcial, por lo que ha reconocido y por lo que ha callado.
Lo que ha reconocido es que los clientes de este banco global ya no son tan activos en sus dos principales áreas de negocio,
banca de inversión y gestión de
patrimonios, de lo que culpa a "las difíciles condiciones del mercado". Por eso busca nueva regiones.
Y lo que ha callado de la crisis galopante que afronta la entidad es el sello mismo de su modelo bancario, indefectiblemente asociado a las
cuantiosas multas que tiene que pagar por
prácticas bancarias irregulares. La última, en EEUU, de 8.200 millones.
El saldo es siempre el mismo: el eufemismo de esa "simplificación de la estructura directiva", que no tiene otro objeto que restar dramatismo a la
poda de directivos y empleados. En el caso de Credit Suisse se concretarán con la venta o cierre de actividades. En Londres, por ejemplo, la supresión será de 2.000 empleos. Y también hay baile de nombres en el consejo ejecutivo entre entradas y ceses.
En el fondo, el problema del gigante suizo es el mismo por el que han atravesado otros bancos esencialmente especulativos en el modo de operar, como el germano
Deutsche Bank o el británico
HSBC, que se han tenido que someter a la misma cirugía.
El primero tuvo que ampliar capital en 8.000 millones el año pasado y ahora está intentando poner orden en él el británico
John Cryan, tras la dimisión de sus dos anteriores co-presidentes. Cryan pretende que el Deutsche
empiece a ser un buen chico ante los reguladores.
El británico
HSBC, mientras, está en la misma senda -el
reajuste- por los numerosos litigios que sacuden sus cuentas. Todavía tiembla por el escándalo que siguió al fraude fiscal masivo que orquestó desde su filial suiza.
Credit Suisse necesita dinero para corregir el rumbo. Por eso emprende una
doble ampliación de capital: una colocación privada entre inversores cualificados para conseguir unos 1.250 millones de euros y una emisión de derechos preferentes para obtener otros 4.330 millones.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com