No me aterro cuando veo a un cura indepe o directamente hereje, ni tan siquiera cuando contemplo a un cura ateo. Es un triste espectáculo pero eso ha ocurrido siempre.
Lo que me preocupa es cuando contemplo a un cura filántropo. Es entonces cuando me pongo a temblar. Cuando realmente me aterro es cuando veo y oigo -y veo y oigo cada vez más- a un cura o a un prelado justificar su actividad en la labor de Cáritas, de la parroquia o en el obispado. Es decir, cuando veo a los curas intentando justificar su actividad sacramental según su labor con los pobres y menesterosos. Sí, hay que preocuparse de la pobreza pero las primeras de las obras de misericordia también son espirituales y los primeros bienaventurados son los pobres de espíritu. Cuando escucho un balance parroquial que me habla de la comida repartida entre los pobres, la bolsa de trabajo para inmigrantes, la canalización de peticiones de alquiler y de ingreso mínimo vital… pienso que alguien he perdido el sentido.
Me preocupa tanta filantropía (¡Dios nos libre de los filántropos!) clerical. Pues la marca de la era del Anticristo será precisamente esa: la Iglesia-ONG.
Es más, una de las prioridades del NOM es que el Estado monopolice la facultad de comprar y vender. El hombre, la sociedad, no puede estar sin comprar y vender, sobre todo los artículos que llamamos de primera necesidad. Y ese Nuevo Orden Mundial pretende convertir al Cuerpo Místico de Cristo en una especie de delegación del Ministerio de Asuntos Sociales.
Pero seamos optimistas. Recuerden el lema del cristiano: de derrota en derrota hasta la victoria final. Esa es la marca del cristiano -en mi opinión, que aún no me han hecho Papa- y significa que las victorias del Anticristo, las de Satán, las del Nuevo Orden Mundial (NOM), tienen carácter temporal, transitorias, y que el NOM de Satán está definitivamente condenado al fracaso, Cristo siempre vence. Y el cristiano que le es fiel acaba venciendo con él tras una suma de derrotas parciales. Digamos que Cristo no pierde batallas, el cristiano sí, pero ambos ganan la guerra siempre… siempre que no entendamos la Iglesia como una ONG. Como es sabido a las siglas ONG sólo les sobra la 'N'.