Decíamos ayer que Pedro Sánchez, unos 2.500 años después de Aristóteles, había conseguido superar el principio de contradicción. Por de pronto, casando dos conceptos antitéticos y enfrentados, como son los de moderado y progresista. Él es ambas cosas y no se hable más. Ya saben: estos son mis principios... pero si no le gustan tengo otros.
Pero la defensa de esta contradicción flagrante entra dentro de la lógica sanchista, cuyo objetivo único es mantenerse en el poder: no puede presentarse ante el elector como un radical majadero, estilo Podemos o ERC, porque excitaría el sentido del ridículo de los españoles. Pero al mismo tiempo, necesita los votos de esos diputados radicales y majaderos, por lo que, sobre todo ante Europa y ante el mundo económico, debe presentarse como un hombre moderado y sensato.
Pero, sobre todo y ante todo, Pedro Sánchez insiste en su identidad progresista. Es lo que repitió durante su alocución del domingo, una vez más sin preguntas, para contarnos las excelencia de su nuevo gobierno de coalición. Sin preguntas y en domingo, porque el padre Sánchez quiere oficiar misa dominical en la sala de prensa de Moncloa, como corresponde a un laicista. Por eso cita en domingo a sus fieles, los plumíferos, Es la máxima aspiración de todo agnóstico progresista: oficiar misa dominical, a ser posible da las 12,00 horas, aunque esta meditación laico-progre se perpetró a las 14,00 horas del domingo 12 de enero.
Una prensa aborregada traga con todo: además de progresista, Sánchez quiere ser la antítesis: moderado. Átenme esa mosca por el rabo
A fin de cuentas, el progresismo es la seña de identidad de un personaje tan vacío de ideas como don Pedro. Ahora bien, ¿qué es un progre? Es aquel que se guía por el sagrado principio de “abajo los curas y arriba las faldas”. Dicho de otra forma: la verdad no existe, los curas son malos porque se sienten en posesión de la verdad (¿Qué se habrán creído?) y el amor no es más que bioquímica, es decir, sexo, y por lo tanto se predica el sexo sin procreación y la procreación sin sexo. Y encima no se crean que luego practican mucho… ni la procreación ni el sexo.
Y así, surgen de la boca de don Pedro brillanteces tales como la de un “gobierno de ideas plurales”. Verá usted señor Sánchez, las ideas son singulares o no son buenas ideas. Otra cosa es que surjan varias ideas singulares de peso (entre 23 ministros pueden surgir incluso dos o tres) formando una pluralidad. Pero una idea plural, amigo Peter, es como círculo cuadrado: una contradicción ‘in terminis’.
Es algo muy propio de los progres, cuya principal contradicción es la del rechazo vehemente a las “verdades absolutas”. Pues miren: si es verdad es absoluta y si no es absoluta no es verdad.
Contradicciones sanchistas: será un Ejecutivo de “ideas plurales”. Pues una idea es singular o no es buena idea.
Es igual, secundado por una prensa aborregada (sí queridos compañeros: estamos aborregados), el presidente del Gobierno puede decir estas chorradas mientras a ningún periodista se le ocurre pensar que lo que ocurre es muy sencillo: este emperador va desnudo.
¿Cuánto va a durar este Gobierno moderado y progresista, de muchas voces pero con una sola voz –y pobre del que se atreva a discrepar- surgido de una mayoría ajustada y contradictoria pero que dice representar a la mayoría social? Pues aquí discrepo con la derecha, que aseguran que es lluvia de verano, que el Ejecutivo PSOE-Podemos va a romperse, presa de sus propias contradicciones. Se equivocan. Si hay algo a lo que un progresista es siempre fiel es a su sillón. Ahí tienen a don Pablo Iglesias, vicepresidente entre tres vicepresidentas. Como aseguran en Galicia: si me orinan digo que llueve, pero de aquí no me mueve nadie.