A la luz de los resultados del primer semestre, parece que Daimler (Mercedes-Benz y Smart, entre otras marcas) no rueda muy bien, pues el beneficio neto se ha desplomado un 78%, hasta los 907 millones de euros. El motivo no ha sido otro que el mal segundo trimestre, en el que ha registrado unas pérdidas de 1.242 millones tras afrontar unos extraordinarios de 4.200 millones y la caída de ventas en Mercedes-Benz.
Con estos números ha recibido el grupo automovilístico alemán a su nuevo presidente, Ola Källenius, cifras que le han llevado a revisar las previsiones de ganancias dos veces en menos de un mes. Los extraordinarios de 4.200 millones no son baladí y se deben a las provisiones por los costes de la manipulación de los vehículos diésel (el escándalo más conocido como ‘diéselgate’), los problemas que ha tenido con los airbags de Takata (empresa nipona de componentes de automóviles) y las dificultades en varios modelos y en la división de furgonetas de Mercedes-Benz Vans.
El enfoque para el segundo semestre es "mejorar nuestro rendimiento operativo y la generación de flujo de efectivo", según el presidente del grupo
En el primer semestre, la facturación ha ascendido a 82.348 millones (+2%). De esta cifra, 42.700 millones correspondieron al periodo abril-junio, cuando subió un 5%, pese a la bajada de las ventas totales en un 1%, hasta los 822.000 vehículos.
Tras estos números, Källenius ha destacado que el “enfoque para la segunda mitad de este año es mejorar nuestro rendimiento operativo y la generación de flujo de efectivo. En general, estamos intensificando los programas de desempeño de todo el Grupo y revisando nuestra cartera de productos para salvaguardar el éxito futuro”. Y todo esto, mientras continúan con la “transformación constante”.
En cualquier caso, Daimler subía en la Bolsa de Francfort un 3,7%, en un mercado languideciente. Vamos, que a los inversores les ha gustado que se ponga orden con prontitud, a pesar de la fuerte caída del beneficio.