- Fatalismo: Rajoy no podía hacer otra cosa. Será un desastre pero tenía que ser.
- Y Puigdemont no podía hacer otra cosa que mantenerse en su huida hacia adelante.
- Está secuestrado por el independentismo que él contribuyó a forjar.
- El PSOE se rompe, Cataluña se rompe. ¿España se rompe?
El Gobierno aplica el 155. Jornada de quimeras y oligofrenias varias. El mejor ejemplo, la centrífuga Ada Colau, que ya no se sabe si es independentista, españolista o centro-reformista. Eso sí, siempre exige estar, ella misma, en el centro de atención, micrófono por delante.
Nos movemos en el terreno del fatalismo.
Mariano Rajoy (
en la imagen, a la derecha) no podía hacer otra cosa que aplicar el 155 y eso ha hecho.
Puigdemont (en la imagen, a la izquierda) no podía hacer otra cosa que seguir en su demencia, con un discurso, no victimista, sino sencillamente hortera.
Los hechos:
- Proceder al cese del presidente, vicepresidente y a todos los consejeros de la Generalitat.
- El Gobierno decide los sustitutos. Los ministerios asumen esta responsabilidad de gobernar Cataluña.
- Convocatoria de elecciones. Que no servirá de nada porque saldrán los mismos resultados.
Ahora bien, aunque necesario,
el 155 no va convencer a los separatistas de que deben volver a la razón. Mucho me temo que se ha roto el PSOE, se ha roto Cataluña y puede romperse España. Y mucho me temo que la resistencia pacífica acabe en enfrentamiento violento. Es lo que pasa con el pacifismo: su resistencia pasiva siempre acaba en violencia activa. Y no hablo de Cataluña, hablo de
guerracivilismo en el conjunto de España.
El problema es que el separatismo nos está llevando desde el pacifismo a la violencia irracional. Y en todo el país.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com