Estados Unidos, Reino Unido y Francia, tres potencias nucleares de Occidente, ya han lanzado un ataque con misiles, es decir, por el aire, el ataque más cobarde e ineficaz del momento, contra Siria.
Curioso, hace 48 horas el Pentágono aseguraba no tener pruebas del famoso ataque con armas químicas de Damasco contra Duma, presuntamente perpetrado por Damasco y, sin embargo, la madrugada del Sábado ya se lanzaba el ataque.
Desde la crisis de los misiles en Cuba jamás se había llegado a un cruce verbal de ataques tan asfixiante entre Washington y Moscú.
Decir que la Guerra Fría ha vuelto a lo mejor es quedarse corto
Dos cuestiones: ¿Podemos estar ante un ataque ficticio, como denuncia Moscú, un ataque químico falso, distribuido con un minuto de imágenes igualmente falsas? O sea, lo mismo que ocurrió con las armas de destrucción masiva de Sadam Husein, que nunca existieron.
En segundo lugar, ¿contra quién pelea Bashar Al Asad? Parece claro que contra islámicos, aunque los servicios secretos occidentales se empeñen en calificarlos como los “rebeldes” al Régimen de Damasco.
Y una tercera pregunta: ¿Por qué Al Asad, que puede ser malísimo pero no idiota, iba a lanzar un ataque químico ahora que está ganando la guerra?
¿Contra quién lucha Bashar al Asad?
Pero ya nada de eso importa porque ahora hablamos de un ataque ya consumado, esperemos que limitado en los daños y esperemos que justificado. Si hubo ataque químico la reacción de Washington, Londres y París está justificada. Si no, no lo está y el prestigio del Occidente libre ha vuelto a quedar por los suelos. Recordemos Iraq.
Y algo no menos preocupante es el silencio de China, el único ganador de la decisión de Donald Trump.