- Los empleados inician la huelga de siete días por el temor a un troceo mayor después del cuarto ERE.
- La operación acordeón inquieta a los accionistas que han visto caer a la mitad el valor desde la OPA del fondo británico.
- El valor respira en bolsa tras dos días de desplome por las dudas sobre la gestión.
- Hay un antes y un después de las últimas cuentas y muchas sombras, como la italianización de la aceitera.
Deoleo, gobernada por
CVC, un
fondo británico de capital riesgo, tiene varios problemas por delante, aunque el foco de atención, este viernes, está en la
huelga de sus trabajadores para protestar contra los despidos y el temor del troceo del mayor fabricante de aceite. El
ERE anunciado, el cuarto ya, afecta al 14% de la plantilla (95 empleados).
Pero no es lo único. También los
accionistas se inquietan porque se tensa la cuerda. Y otro hecho no menor en la propia estrategia de grupo que apunta a dirigir la comercialización del aceite español, según los
intereses italianos. No es poco.
El antes y el después, en cualquier caso, está en los
resultados de 2016, con un fatídico balance de
pérdidas (179 millones, tres veces más) y la mención a la
bicha de que había incurrido en
causa de disolución.
Ahora bien, las cuentas reflejan una cuestión
meramente contable -por el desfase entre patrimonio y capital-, que se arregla, como señalábamos al apuntar a un
chantaje al Gobierno y al desplome en bolsa, con una
ampliación de capital. Pero el Gobierno, como ya les hemos contado ha optado por dejar la aceitera en manos del fondo de riesgo, a pesar de ser una
marca estratégica.
Desde luego,
los resultados son malos, básicamente porque todos los registros están por debajo del consenso del mercado (ingresos, Ebitda o beneficio por acción), a lo que se añadía el deterioro patrimonial reconocido y el
apalacamiento.
Todo se reduce a una incertidumbre que explica todo lo demás: la capacidad de Deoleo para generar ingresos y engordar la caja.
Lo que inquieta a los trabajadores es el
vaciamiento de la empresa, que se quedaría en una mera embotelladora, desprendiéndose de todo lo demás, como con las fábricas españolas, que han pasado de cuatro a dos.
Y a los accionistas temen una
operación acordeón, que llevada a sus extremos, dejaría el valor de la aceitera en cero euros y, a partir de ahí, ampliación de capital.
La doble estrategia arrancó al final del verano, tras el
cese del consejero delegado Manuel Arroyo por un italiano,
Pierluigi Tosato, ex Ceo de Bolton Alimentari. Arroyo estaba enfrentado al nuevo director de marketing,
Miguel de Jaime (hermano del presidente de CVC en España,
Javier de Jaime).
La
reducción de capital la ha reconocido la propia presidenta -ojo, no ejecutiva y que procede de ONO-,
Rosalía Portela, aunque se ha marcado un periodo de reflexión de dos meses, lo que queda hasta la
junta de accionistas. "Creo -ha señalado- que
se puede hacer una reducción de capital y en paralelo, hacer una ampliación de menor tamaño".
Portela habla de "cifras fuertes", "limpieza de balance" y de activos sobrevalorados como
Carbonell o la planta italiana.
Curiosamente, es la propia estrategia de la aceitera la que despierta las dudas porque la solución no puede estar sólo en la
rentabilidad al coste que sea (aunque sea con desguace), a lo que no es ajeno que el valor se haya depreciado a la mitad desde que
CVC lanzó la OPA sobre la aceitera.
Para sus directivos, sin embargo, el problema es del sector, "muy mal gestionado", o que a los precios actuales del aceite es imposible que haya aceite de calidad, cuando esa es su apuesta.
¿Solución?: búsqueda de mercados más rentables, aparte de
EEUU, como "
México,
India o
China porque la clase media va a crecer mucho", según Tosano.
Miguel de Jaime, por su parte, lo tiene claro: "A los precios compramos,
no salen los números, a no ser que se haga a pérdidas o no se ponga en la botella lo que hay que poner".
Crítica al mercado español porque el aceite de oliva se usa como producto gancho por las cadenas de distribución. La prueba, según De Jaime, que la
marca blanca es del 68%, algo que no se comprende siendo España el primer productor del mundo, cuando en Italia esa cuota es del 25%.
Rafael Esparza