Pedro Sánchez y el gobierno frentepopulista, o sea, socio-podemita, están aprovechando el coronavirus para imponer una deriva totalitaria. Sólo el miedo y la histeria provocados por la pandemia podía permitirles promulgar medidas de corte despótico -y poco ilustradas- con el aplauso más o menos general de la oposición política y de los medios informativos. 

Y así, el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, otro eminente jurista que ha hecho carrera gracias a su militancia socialista, anuncia -lunes por la tarde- la regulación legal de la censura informativa. A los dictadores nunca les ha gustado que les contradigan. Y nadie -casi nadie- dice nada.

Naturalmente, Juan Carlos Campo quiere imponerla disfrazada de lucha contra las ‘fake news’, algo vital en tiempos de coronavirus

Así que ya lo saben: 40 años largos desde la constitución de 1978 y Sánchez va a promulgar ahora leyes censoras para que nadie destape sus vergüenzas. Ojo, ya no es la prensa, cada vez más políticamente correcta, sino las redes sociales quien juegan el papel de Pepito Grillo contra el poder en esta etapa de coronavirus. 

Naturalmente, Juan Carlos Campo quiere imponer la censura disfrazada de lucha contra las ‘fake news’, algo vital en tiempos de coronavirus, naturalmente, pero sólo es por lo antedicho: las redes sociales se han convertido en la única oposición a la deriva totalitaria de Pedro Sánchez.

Sin embargo, observen la finura de nuestro jurisperito al anunciar la tropelía: “necesitamos de mecanismos que nos permitan revisar el derecho a recibir información veraz… Hagamos una revisión de nuestros instrumentos legales para que no se vayan de rositas aquellos que contaminan la opinión pública de una forma grosera”.

Con los miedos de la derecha y la crisis de la prensa, las criticadas redes sociales se han convertido en la única oposición a Pedro Sánchez

¿Y quién decidirá que es verdad y qué es mentira, que es información rigurosa y qué es un bulo? Naturalmente, Manostijeras Campo, naturalmente, el poder. Pero no lo hace por censurar, qué va, lo hace para salvaguardar “el derecho constitucional a recibir información veraz”.

Y editores y periodistas, aterrorizados por la crisis económica que les lleva a la ruina y/o a perder el empleo, intentan mantener su posición como único interlocutor válido entre el poder y los ciudadanos. Y no podrán, dado que Internet ha fraccionado la información y ahora el mayor controlador del Gobierno es la Red, y, en especial, las redes sociales, donde, como en todo aquello que es libre, radica todo lo mejor y todo lo peor del hombre.

Pero la deriva totalitaria del Sanchismo no termina ahí. Ayer hablábamos de un Sánchez que, en su tendencia autoritaria, amenaza con enloquecer. Y así, está dispuesto a encerrar a los cientos de miles de españoles que puedan resultar positivos asintomáticos, es decir, posibles y lamentables contagiadores del virus.

Hacia la tiranía: el progresista Campo considera que hay que legislar contra el “renuente”… que se resiste a no ser encerrado por contagioso. Eso sí, con ‘proporcionalidad’

Algún periodista, menos mal que quedan periodistas, no se atrevió a llamarle dictador pero si le preguntó al ministro Campo que pasaría si alguien se negaba a ser encerrado contra su voluntad. Fue entonces cunado el progresista Campo consideró que hay que legislar contra el “renuente”… contra el que se resiste a ser encerrado por contagioso por “irresponsable” e “insolidario”. Eso sí, con ‘proporcionalidad’… y con legalidad, que aquí somos todos muy legales, aunque para ello tengamos que hacer leyes injustas así como cometer la tremenda injusticia de igualar legalidad con legitimidad.

Y a continuación el ‘dime de qué presumes y te diré de qué adoleces’. Juan Carlos Campo se explayó (que largo responden los ministros de Sánchez en este deriva socio-podemita hacia la tiranía) sobre justo lo contrario de lo que hace: “el estado de alarma no supone una reducción del Estado de Derecho”. ¡Pero si sólo ha servido para eso, campeón y, además, tú pretendes imponer la censura! ¿O es que el arresto domiciliario de la sociedad española no atenta contra los derechos y libertades? Por cierto, mal llamado confinamiento, dado que confinamiento es recluir a alguien precisamente fuera de su hogar.

El cinismo de un ministro: “el estado de alarma no supone una reducción del Estado de Derecho”. ¡Pero si sólo ha servido para eso!

En cualquier caso, lo peor de todo, vuelvo a repetirlo, es que los españoles, producto de su actual falta de confianza en Cristo, tienen tanto miedo a que el coronavirus les mate que están dispuestos a entregar su libertad por una protección falsa frente al virus: oro por baratijas.

El comunismo no es más que una gran mentira, sentenció el autor del Gulag, Alexander Solzhenitsyn, y la deriva hacia el socialismo soviético del Gobierno Sánchez pasa por una colección de mentiras y por una cristofobia feroz… que encima no encuentra enfrente sino a una jerarquía eclesiástica amedrentada. Un detalle curioso es que le denuncia OK Diario: Campo envió un pésame a la comunidad islámica española por un líder mahometano muerto por coronavirus mientras se olvida de los 13.000 muertos españoles, es decir, cristianos, al menos en su mayoría.

Y es que tenemos que acostumbrarnos a que el coronavirus puede servir para regresar al sentido común o para alejarnos definitivamente de él, camino de la demencia suicida.