ABN Amro, que todavía cuenta con una participación del Estado holandés del 56%, tras su privatización en 2015, perdió 400 millones de euros hasta junio debido, principalmente, a las provisiones de 1.814 millones de euros para hacer frente a los impagos. En junio de 2019, las dotaciones fueron de 231 millones.
El semestre estuvo marcado, además, por la mala marcha del negocio, que registró una caída del 7% de los ingresos por intereses netos, hasta los 3.041 millones, y del 2% en las comisiones, que no superaron los 813 millones.
El banco holandés limitará la actividad a aquellos negocios en los que pueda conseguir escala suficiente para hacerlos rentables
En este contexto, el consejero delegado, Robert Swaak, anunció este miércoles la estrategia del banco para los próximos tres años y que se resume en limitar la actividad de la entidad a aquellos negocios en los que pueda conseguir escala suficiente para hacerlos rentables. El plan supone un ajuste de plantilla que afectará a unos 800 empleados.
Concretamente, la entidad, además de suprimir los negocios no estratégicos, abandonará las actividades de banca corporativa fuera de Europa, el negocio de recursos naturales y transporte y logística no europeo y la financiación de comercio de materias primas.
A todo esto, el banco aplicará, a partir de ahora, unos criterios “más estrictos” en la concesión de créditos con el fin de reducir el riesgo, según Swaak.