Ocurrió durante la rueda de prensa del lunes por la tarde, convocada en el Palacio de la Moncloa por la vicepresidente responsable de Economía, Nadia Calviño y el ministro de las autonomías, Miguel Iceta.
Hispanidad pregunta por las ayudas a la natalidad -vergonzantes en España- y que los socialistas aun han reducido más al imponer su incompatibilidad con el ingreso mínimo vial.
Horas antes, Pablo Casado, por una vez y sin que sirva de precedente, aunque eso sí sin concretar, había acertado al solicitar que, en una España envejecida, se aumenten las ayudas a la natalidad, porque “son más los que mueren que los que hacen y más los que se jubilan que los que entran en el mercado laboral”.
El presidente del PP acierta por una vez: Casado pide ayudas a la natalidad y Nadia Calviño, enlodada en su fracaso, le acusa de proponer ideas “novedosas”
Pues bien, la respuesta de la máxima responsable de Economía del Gobierno Pedro Sánchez revela, por dos vías… el “desastre Calviño”. En primer lugar, no responde a la pregunta y las califica como las “ideas novedosas” del jefe de la oposición. La segunda en la frente: en lugar de responder a la propuesta -ayudas la maternidad- de Casado (para una idea buena que tiene) Calviño se empeña en los planes europeos, como si fuera un logro obtener un dinero barato, la mitad a devolver, que, encima, se va a emplear en subvenciones y no en inversiones.
Luego Iceta responde -es decir, no responde- a una segunda pregunta de Hispanidad: si en su política como responsable de la administración pública en nuestro país hay que aumentar o disminuir el número de funcionarios y, consiguientemente, el de políticos.
Pues ahí tienen a un ministro del Gobierno más derrochador de toda Europa, del país con más instituciones y burócratas per capita, asegurando que no va a aumentar el número de funcionarios –sólo faltaba- pero tampoco disminuir, sino rejuvenecer la plantilla. Si no se trata de eso.
Y entonces llegó lo mejor, Nadia Calviño, ella misma convencida de que había respondido una pavada, insiste en re-responder a la propuesta de Casado sobre un salario maternal, lo que más necesita este país, asegurando que “la mejor política de natalidad es conseguir empleos de calidad”. Y con esa simpleza-obviedad, todo a un tiempo, exhibió una sonrisa satisfecha. Como diciendo: ahora sí que le he respondido al plumífero como se merecía.
El salario maternal no es una limosna. Es el justo pago que se merece una madre -también el padre- por atreverse a criar hijos y ofrecer futuros contribuyentes a una sociedad envejecida
En definitiva, que el Gobierno Sánchez seguirá reduciendo las ya de por sí miserables ayudas la maternidad vigentes en España (100 euros al mes y sólo hasta que el niño cumple los tres años de vida, después ya no come) y encima las declara incompatibles con el ingreso mínimo vital, (IMV) un alimenta-vagos otorgado a cambio de nada.
El salario maternal que el Estado paga en otros países, y no cien euros sino el triple, se abona hasta que el hijo se independiza, no hasta los tres años. Y no es una limosna: es la más que justa recompensa a la mujer -también al padre- que ofrecen a la sociedad aquello que la sociedad más necesita: hijos, futuros contribuyentes, como, al fin, aseguró Pablo Casado, el pasado lunes.
Lo de Iceta es distinto, pero más de lo mismo. Aparte de un salario maternal, lo que necesita España es reducir el número de instituciones y de funcionarios. Ahí empieza la austeridad y este Gobierno, con su 22 ministerios y los asesores socialistas y podemitas que les rodean caminan en dirección opuesta.