Partido a partido, como en fútbol, el BBVA está marcando los tiempos de la negociación con finura milimétrica. Dos reuniones sobre el ERE y los sindicatos no conocen aún el cuaderno de negociación, pieza clave de cualquier expediente de regulación de empleo, lo que augura un ajuste duro y sin apenas margen para los representantes de los trabajadores.
Concretamente, la reunión de este martes ha servido para presentar el acuerdo de la entidad con Randstad para recolocar al cien por cien a los 3.798 afectados por el ERE que quieran seguir trabajando y, en principio, con contratos indefinidos.
Lo más significativo, sin embargo, es el retraso del banco a la hora de entregar el cuaderno de negociación (más de 250 páginas) algo que hará el jueves 6 de mayo y no el próximo jueves 29, fecha en la que la entidad ahondará en el acuerdo firmado con Randstad.
¿Qué implica que el ajuste sea duro? En primer lugar, que la entidad evitará las prejubilaciones y centrará el ajuste en los eslabones más débiles de la cadena, esto es, en los gestores comerciales y en los cajeros, principalmente. En definitiva, se trata, no sólo de reducir costes sino de hacerlo de la manera menos onerosa para el banco, lo que echaría por tierra las bonitas palabras de Carlos Torres durante la pasada Junta de Accionistas, en la que aseguró que el activo más importante del BBVA es la plantilla.
Y todo esto mientras la vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño, insiste en la elevada remuneración de los banqueros, especialmente en las entidades que están despidiendo empleados. En este sentido, Torres cobró en 2020 algo más de 4 millones de euros (un 44% menos tras renunciar al bonus) y acumula una pensión de 23 millones. No está mal.
Paralelamente, Caixabank ha rebajado este martes el ERE en 500 personas -queda fijado en 7.791 empleados- al tiempo que se compromete a recolocar a todos los afectados que quieran seguir trabajando.