Deutsche Bank debe ser el único banco europeo al que le ha sentado bien el coronavirus. A decir verdad, tampoco es que le haya sentado bien -ha provisionado 1.540 millones de euros hasta septiembre por los riesgos crediticios-, sino que los ejercicios anteriores fueron un desastre descomunal, con pérdidas acumuladas desde 2015 de 14.417 millones de euros. Si fuera un banco español ya habría sido intervenido.
Vamos con los números: el beneficio de los nueve primeros meses del año fue de 62 millones frente a las pérdidas de 4.116 millones de 2019, con unos ingresos de 18.575 millones, un 4,3% superiores a los del mismo periodo de 2019.
El tercer trimestre fue mejor que los anteriores, con un beneficio de 182 millones frente a las pérdidas de 942 millones del año anterior, y tras unas provisiones de 273 millones de euros, frente a los 761 millones del segundo trimestre y los 506 millones del primero.
¿Cuál fue, en cualquier caso, la clave del tercer trimestre? El negocio de banca de inversión, que creció un 43%, hasta los 2.365 millones de euros, un crecimiento muy por encima del de la gestión de activos (+4%, hasta 563 millones) e igualmente superior a los ingresos de banca privada, que se quedaron estancados en los 2.033 millones. Los ingresos de banca corporativa cayeron un 5%, hasta los 1.254 millones.